Que tus pasos te lleven a donde desees llegar.
Si recorres el camino de tus sueños, comprométete con él.
No dejes la puerta de salida abierta con la disculpa de: “Esto no es lo que yo quería”.
Esta frase guarda en sí misma, la semilla de la derrota.
Asume tu camino.
Aunque tengas que dar pasos inciertos, aunque sepas que puedes hacer mejor lo que estás haciendo.
Si aceptas tus posibilidades en el presente, con toda certeza, mejorarás en el futuro.
Pero si niegas tus limitaciones, jamás te librarás de ellas.
Afronta tu camino con coraje, no tengas miedo de las críticas de los demás.
Y sobre todo, no te dejes paralizar por tus propias críticas.
Es necesario quebrar nuestras propias estructuras.
Un sueño sólo es un sueño cuando no accionamos, y deja de serlo cuando decidimos que se haga realidad.
Entiende que sólo hay que avanzar sacudirse de todo lo que paraliza. Confiar que en Dios todo lo podemos y que los mejores días vendrán, que las mejores oportunidades llegarán a
nuestra puerta, y los sueños más hermosos no estarán para que los
veamos como algo inalcanzable, sino que serán concretados.
Sé un visionario, marca la diferencia, escapa de la matriz de este mundo que atrofia tu mente, te materializa, destruyendo tus convicciones, robándote así tu verdadera identidad.
No seas solo un soñador, prosigue la meta y corre hasta el final de la carrera.
Nunca es tarde para volver a intentarlo. Es preferible volver a intentarlo que morir con la sensación de no haber sido capaz de jugarte por lo que era tu vida.
Depende de ti el cambio.
Dios te da los medios, de ti depende la
acción.
Dios te da su palabra, de ti depende que creas.