Porque eres bella en la alegría y hermosa en la tristeza, hoy no quiero escribir, ni ensuciar con rayas el papel. Quiero cantarle a tu belleza, cantarle a tu bondad, cantar una canción a tu gracia y tu armonía, al trino de tu canto y al encanto de tus ojos, al corazón de tus labios y al embrujo de tus besos. Cantarle a tu risa y porque no, también a tus enojos. Quiero entonar una canción con el eco de tu voz, y modulando un beso en tu boca, quiero cantar para ti.
Que canten juntas conmigo todas las voces del mundo, que vengan raudos vibrando los grillos del campo, que se acerquen ondinas y las musas del canto, que vengan, en bandadas, trinando las aves canoras, y con música de mil violines y arpegios de viento, se unan voces y trinos, en coro cantando, solo para ti. Quiero que mi canto sea cómplice en tus ratos de alegría, que te regale una sonrisa cuando te venza la tristeza y sea el compañero fiel cuando estés en soledad. Que acorte la vigilia en las noches largas de tormenta y que ayude a conciliar el sueño reparador de tu cansancio.
No quiero cantarle a la vida, al tiempo o al destino, mucho le he cantado a mi pueblo, a mi tierra y a mi gente, hoy mi canto es todo para ti compañera de mis sueños. Te canto con el alma henchida puesta en las estrofas; en este momento mis palabras son verbo y sustantivo, solo saben escribir, modular y cantar tu nombre, porque tu nombre es la letra y también la melodía.