LA ORACIòN DEL LABRIEGO
Es ya de madrugada, el labriego despierta, al entreabrir sus ojos la luz del Alva ve.
Entonces presuroso, saliendo de su lecho, musita esta plegaria, llena de amor y fe.
Señor, tú que has creado, las aguas de los ríos, y a los prados permites, el verdor que se ve.
No niegues al labriego, el divino rocío, que con cada caída, alegra nuestro ser.
La campiña que luce, hermosos atributos, por ti florece siempre, cual ameno vergel.
Pero si tú nos niegas, agua, Sol y rocío, morirán los labriegos, de inanición y sed.
Después de la jornada, la lampa sobre el hombro, al ponerse la tarde, retorna el labrador.
Y mientras que tranquea, de vuelta a la cabaña, cantando el pensamiento, modula esta canción:
La ansiada primavera, que exalta los amores, te debe la pureza, de todo su arrebol.
Y el concierto admirable, de pájaros y flores, por obra de tu gracia, conservan tu primor.
En medio de este encanto, que alegra corazones, el labriego es el guarda, de tan rico joyel.
Como guardián te pido, que con tu omnipotencia, multipliques los frutos, que cosechar podrá
Luis Felipe Alva
Perù
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