En días pasados mi hijo mayor fue suspendido en el
Colegio.Por supuesto que cuando le pregunté las razones de sus suspensión, me
respondió que había sido un castigo injusto, ya que él no había hecho nada malo.
Uno de sus “amigos” se consiguió un dispositivo
de Video Juego Portátil en el baño, y les dijo que se lo iba a quedar. (Total,
si no tiene dueño, habrá pensado). Otro amigo le pidió el aparato y le pidió el
cartucho con el juego, que a él le gustaba y no lo tenía. A todas estas, mi hijo
estaba de “inocente” espectador.
Al rato llega un niño de un grado menor, buscando su aparato de Video Juego,
que había dejado olvidado en el baño, y les preguntó a los tres si lo habían
visto…
Demás está decir que ninguno sabía nada.
El niño fue a la Coordinación Docente a participar la pérdida de su aparato.
A la final, uno de los docentes que se enteró de la pérdida vio a tres angelitos
con caras de “yo no fui”, y aplicando técnicas sutiles (espero que así haya
sido) de interrogación, logró desentrañar el misterio.
Por supuesto que mi hijo insistió que él no había hecho nada. Y tiene razón.
No hizo nada.
A veces nuestro delito puede no ser de acción, sino de omisión.
Si tenemos amigos, y amigos de verdad, debemos ser capaces de decirles lo que
es bueno y lo que es malo. A veces tenemos que decirles a nuestros amigos lo que
ellos no quieren escuchar. A veces tenemos que hacer entrar en razón a nuestros
amigos.
Qué bueno es no hacer nada. No siento culpa porque no hice nada. Pero a
veces, no hacer nada es malo.
No se debe confundir entre amistad y complicidad. No
se debe confundir entre amistad y alcahuetería.
Y por otro lado no se debe confundir el decir las cosas de acuerdo a nuestros
valores y creencias, y el ser mojigato. No confundir entre decir las cosas y ser
un soplón.
Nuestra sociedad actual vive con una carencia bárbara de valores. Y esos
valores no se enseñan en el kinder, en el colegio o en la universidad. Esos
valores se enseñan en el hogar.
Enseñemos entonces valores a nuestros hijos, que esa será la mejor herencia
que les podremos dejar…
Luis Castellanos