Luego de varios intentos logró escapar gracias a la inspiración
divina que recibió por medio de un sueño.
Partió en barco a Francia donde, se presume,
estuvo cerca de 20 años.
Fue allá donde fue ordenado sacerdote.
Se cree que visitó Roma y que habría sido el papa Celestino I
quien le habría solicitado que regresara a Irlanda.
Ya de regreso, como obispo, se dedicó a proclamar el Evangelio.
Era un gran predicador ya que hablaba con un leguaje sencillo
y directo.
Por ejemplo, para explicar el misterio
de la Santísima Trinidad hacía una analogía
con las hojas de un trébol,
símbolo que actualmente es muy común entre los irlandeses.
En su labor, se encontró con un grupo opositor: los druidas.
Ellos eran una clase social elevada que representaban a los dioses
paganos. Otro sector con el que tuvo problemas fueron los herejes
pelagianos que llegaron al extremo de calumniarlo.
En reiteradas oportunidades intentaron matarlo,
sin embargo siempre logró escapar airoso de los peligros.
Esto, él se lo atribuía a una intervención milagrosa.
A pesar de todas las cortapisas,
San Patricio no cesó en su labor evangelizadora.
Construyó una serie de abadías en Irlanda,
las cuales fueron originaron ciudades a su alrededor.
La fiesta en honor a San Patricio se celebra el día 17 de marzo,
en Irlanda y Estados Unidos, especialmente.
Para la ocasión, en la Quinta Avenida neoyorkina
se realiza un desfile en el que la calle se llena de gente vestida de
verde. Por su parte, las ciudades irlandesas se tiñen del mismo.
De La Red