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Un dolor jamás dormido, una gloria nunca cierta, una llaga siempre abierta, es amar sin ser querido.
Corazón que siempre fuiste bendecido y adorado, tú no sabes, ¡ay!, lo triste de querer no siendo amado.
A la puerta del olvido llama en vano el pecho herido: Muda y sorda está la puerta; que una llaga siempre abierta es amar sin ser querido.
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