Adyacente o no a la pluma cual relato sostiene dentro de sí la autoría de un pinto e invitados. El curso de lo ya transcendido se emancipa y se adentra al juego de las obras. Obras que flirtean con este nuestro mundo que sólo gira con lo puesto. La absuelta y no fácil inquietud concursa con el instantáneo fruto a río revuelto; manso a piel de cordero, vivaracho a ojos de ciego. Al captar y separar se anda a dos orillas, a voz de vuelo y duelo.
El tiempo justifica las perdidas y llora la crecida.
… Y, al despojarse de su vestido mar,
el relente se hace añicos.
La faz de la luna desaparece con el azul matinal
apareciendo el solitario infinito.
A tirada de números se producen las páginas. A tirada nos seducen los sueños recostados y sin habla. El preludio es abastecer a los campos y persuadir a tiro de creyente. En vano se reflectan los infortunios de nuestras proezas, pues lo acontecido no dispone de un rasante y firme suelo donde afianzarse.