La juventud
no es un período de vida.
Es un estado del espíritu, es el producto de una voluntad. Una cualidad de la imaginación y una intensidad emotiva. Es, la victoria del coraje sobre la timidez, de la aventura sobre el confort. No se envejece por haber vivido una cantidad de años.
Se envejece por haber desertado de un ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar a un ideal arruga el alma.
Las preocupaciones, las dudas, los temores y la falta de esperanza son los enemigos que lentamente nos hacen inclinarnos hacia la tierra y convertirnos en polvo antes de la muerte.
Joven es aquel que se asombra y maravilla.
El que se pregunta como un chico insaciable: "¿y después?"... El que desafía los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida. Uno es tan joven como su fe. Y tan viejo como su duda. Tan joven como su confianza en sí mismo. Tan joven, como su esperanza.
Y tan viejo como su abatimiento.