MIENTRAS HAY TIEMPO...
Una existencia es un soplo en la eternidad, sin embargo, una existencia para los que vivimos en un mundo material,
puede llegar a ser una tortura, un infierno o una agonía.
Para otros puede ser una existencia con dificultades, algunas pruebas difíciles, pero sin
desesperación. Y para otros, la minoría, puede
ser una existencia de luchas a ser combatidas,
problemas que necesitan una solución
determinada con serenidad, dolores llevados con conformidad.
Obviamente, para todos hay compromisos y deberes para
ser cumplidos, pero sufriremos mucho más,
si nos visita la pena, la ansiedad, la falta de fe, el desanimo, etc.
Se nos ha programa una existencia con un determinado tiempo.
Algunos vivirán más años, y otros menos, pero desde el
momento en que salimos del vientre de nuestra madre,
ya estamos abocados a una serie de acontecimientos. Es más, el hecho de nacer en sí,
ya es traumático. ¡Se acabo la paz de la gestación! Y desde ese momento, ya estamos empezando
una existencia. En ella habrá de casi todo, pero si somos perspicaces, nos daremos cuenta que hay existencias muy parecidas, pero nunca iguales. Somos seres espiritualmente individualizados.
Desde el primer llanto de bebé, hasta el último de joven o maduro,
pueden transcurrir muchas circunstancias desfavorables
para los que venimos a un mundo lleno de espinas y piedras en el camino.
Unos saben como sortear esos obstáculos, con paciencia y
atención; sin prisas y pensando en las consecuencias del paso que va a dar. Esos son los prudente, los pacíficos. Los que no tienen prisa, porque saben que al final del camino, llegara la recompensa de estar en la Vida Mayor.
Otros viven con desespero, con angustias, sin encontrar
soluciones a sus problemas, porque no ven nada más que
el árbol que cubre el bosque. Actúan por impulsos; maquinalmente, con imprudencia.
Sin paciencia, sin calma, y con egoísmo, se producirán muchos problemas.
Problemas que nos seguirán toda la existencia. Viviremos justificando cada error cometido. Una vida cómoda, será más un castigo, que una bendición, porque hay mucho que hacer mientras hay tiempo.
También existen seres rebeldes, delincuentes por cientos de años, que no nacieron con la predisposición para la renovación. Que, posiblemente, reencarnaron sin desearlo, o sin aprobar su "programación". A esos hermanos los identificaremos rápido, porque jamás están conforme con lo que les ocurre – pruebas, expiaciones, etc. Buscarán mil maneras de no cumplir con los compromisos que el futuro les va presentando: huyen de las leyes Divinas, por eso jamás conocen la felicidad de la conciencia tranquila. Son expoliadores de sentimientos y de hechos materiales. No encontrarán la paz, mientras no se encuentren a sí mismos: mirándose por dentro, y sacando todo lo negativo que hay en ellos.
Otros, por fin, que no están de los primeros, ni de los últimos. Que viven una existencia, sin pensar que hay que trabajar mientras haya tiempo. Que no reflexionan si hay vida después de la muerte o no. Viven entre la pereza y el trabajo. Se caracterizan por no ser malas personas, pero tampoco útiles a la sociedad. Prefieren muchas veces esconder la cabeza bajo el ala, y no enfrentar determinados problemas que, no son más que pruebas para evolucionar.
No olvidemos el grupo más peligroso: los que actúan conscientemente con maldad; sin importarles el daño que hagan. Que disfrutan provocando dolor y, que posiblemente, están bajo el dominio de los que fuera de la carne, son como ellos. Para estos una existencia puede estar poblada de deudas contraídas a propósito, más las que traen del pasado. Son personas crueles; de espíritu muy endurecido. En este grupo no hay paz, ni deseo de tenerla. El orgullo y la ambición campean en sus almas, hasta que un día agotados
de ejercer tanto mal, se agoten y pidan caminar en el
camino de espinos y piedras, con todo el dolor del peso de la Ley de Causa y Efecto.
Ojalá nuestra existencia se destaque por el trabajo, el esfuerzo por salir adelante y el deseo de ser buenos y rectificar mientras hay tiempo. No somos perfectos, por eso Dios no espera de nosotros,
más de lo que podamos dar, pero si nos quedamos
cortos en nuestras acciones, Dios nos dará doble trabajo en la siguiente existencia,
pero siempre por Amor; ¡el Amor que reeduca y nos hace progresar!
Reflexionemos seriamente: ¿Qué estamos haciendo con nuestras existencias? ¿Cómo vivimos el día a día, delante de las dificultades? ¿Cuál es nuestro grado de fe y confianza? ¿Haré todo lo que debo, mientras haya tiempo? ¿Seré un rebelde a las leyes Divinas?
Sea cual fuera la contestación, debe ser honesta y sincera, porque a quien nos creó, no Le podemos mentir. Necesitaremos de mucha fe y
confianza en El, mientras hay tiempo; no dejemos para después, lo que hoy se presenta como una oportunidad de trabajo y arrepentimiento.
Alguien una noche recibió una llamada de un amigo que tenía problemas y estaba deprimido; la llamada se hizo a las 23.00 horas y, éste hombre consideró que ya era tarde, que se iría a dormir, y le dijo al amigo angustiado: mañana nos vemos y hablamos. A la mañana siguiente, le notificaron que la noche anterior, sobre la media noche, se había suicidado.
Reflexionemos mientras hay tiempo.
Por Zona Espírita
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