ABRE EL CORAZÓN
Abre el corazón y sal a respirar afuera, salta desde el borde de una estrella, busca un rincón pequeño de la tierra donde posar la huella de tus pasos.
La vida se va llenando de escamas, de barcos anclados en la orilla del pasado, de preciosos aeroplanos que no vuelan pero se agitan como si fueran vagones del metro suburbano.
¿Dónde se puede encontrar a dios si no es enterrado en el universo, en la náusea infinita del azul o en el horizonte sin límites de un verso?
A la sábana del tiempo se le van cosiendo minutos, sonrisas de seda y bramante que estallan en la esfera del reloj, viejos logaritmos huecos de tic-tacs que nunca se resuelven.
Abre el corazón y mira dentro la agonía de la torre derrotada en mitad de la partida de ajedrez, el enroque cobarde de la reina, el jaque mate y asesino del abismo. Mira dentro y verás que el mundo, el futuro y el destino jamás se declararán en tablas al final de este delirio.
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