Al oír tu dulce acento me subyuga la emoción, y en un mudo arrobamiento se arrodilla el pensamiento y palpita el corazón... Al oír tu dulce acento. Canta, virgen, yo lo imploro; que tu voz angelical semeja el rumor sonoro de leve lluvia de oro sobre campo de cristal. Canta, virgen, yo lo imploro: es de alondra tu garganta, ¡canta! ¡Qué vagas melancolías hay en tu voz! Bien se ve que son amargos tus días. Huyeron las alegrías, tu corazón presa fue de vagas melancolías.
¡Por piedad! ¡No cantes ya, que tu voz al alma hiere! Nuestro amor, ¿en dónde está? Ya se fue... todo se va... Ya murió... todo se muere... Por piedad, no cantes ya, que la pena me avasalla... ¡Calla!
Amado Nervo
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