Te acuerdas de la batalla despiadada por aquel ambicionado trozo de tarta o por la tenaz elección del aquel color. Imperecedera, la ternura convocada, exquisita, la sensualidad desplegada en el mágico ritual de reconciliación.
Te acuerdas de esas tertulias nocturnas donde las fantasías trascienden fecundas y las emociones recobran su esplendor. Las confesiones ahogadas en lágrimas, las sonrisas que irrumpen espontáneas y miles de poemas henchidos de fervor.
Sonrisas, lágrimas, libertada emoción, es el Arte de acoplar en cada situación. Cargo con un raudal de personalidades: insensatas, contradictorias, pasionales; ostentando vanidosas un mismo rostro, sensual y rebelde... ¡el rostro del amor!