Tú eres un caracol
oyendo nostalgias en los tumbos del mar,
en las pescadoras gaviotas
que perdieron su ruta.
Tú eres un caracol
ovillado en la bruma;
va pasando un desfile de celajes sedientos.
Yo estoy empujando con mis remos al mundo,
pero él está encallado con su tromba de fuego,
o con su rezo de niño.
Tú eres la mariposa
que voló al despertar:
Vas trazando arabescos
con tus alas de arroyo,
vas buscando las flores
que murieron sin tregua.
Tú eres una mujer,
un poco soy yo y un poco eres tú,
y por esas huellas livianas de arena
te sigo por el borde de todos mis deseos,
te invento so pretexto
de amarte hasta el abismo,
hasta ser uno solo
en el confín de los sueños.
(Ronald Bonilla)