Armando Fuentes Aguirre
Hay una tumba en el pequeño cementerio de Abrego. Si pudiéramos escuchar lo que las tumbas dicen, esto es lo que oiríamos:
"Fui su novia 15 años. Al cabo de ese tiempo me dejó y se casó con otra. Nadie después me cortejó: pensaban todos que yo ya había sido suya. Si no, ¿entonces por qué me despreció? La verdad es que no me tocó nunca: ni siquiera eso tengo que agradecerle. Me dejó seca; seca de él y seca de mí. Cuando morí no hice más que morir de nuevo. Ahora, al lado de la mujer que ronca en la misma cama, me ve de pronto por las noches. El cree que es un sueño, pero no: soy yo, que lo persigo siempre. Así será hasta que él sea también otro fantasma. Entonces yo descansaré, y él se perseguirá a sí mismo hasta la eternidad...".
Eso dice aquella tumba del cementerio de Abrego. Hay quienes pueden perdonar, pero no olvidar. El amor no cumplido ni olvida ni perdona.
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