Hay una araña en el baño, la acabo de descubrir.
Tengo dos teorías:
Una: Se quedará ahí paradita y otra: cuando esté dormido irá hasta el calor de mi cama. Pero, ¿si le doy un zapatazo me condeno? ¿Quién me vigila? ¿Mis vecinos? ¿La policía? ¿Ezra Pound? ¿Quién? Sólo yo, yo, el pendejo asesino que prefiere convivir con una araña, que espero se quede ahí, paradita, atrapando mosquitos. De todas maneras soy un asesino porque pensé antes en mi verdugo que en la vida de la araña. Iré a dormir esperando la decisión de ella. Buenas noches, mi amor. Fernando Nachón
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