Detrás de cada noche, en vela bajo la luna existe el anonimato, -de un secreto, un amor- son sus rayos mensajeros de lo anónimo de mi deseo; escondido el corazón de entre las manos, ocultando su latir... ¡sht, que no resuene, que no se escuche!.
Es el anonimato de un pecho palpitante, que yace inmóvil ante la presencia... de su gran amor; ¡uh!, por debajo de la piel corren cañaverales, de pasión encendida buscando algún rincón, donde desmoronar las cenizas.
-¡No preguntes quién soy!-
Soy de la oscura noche, de la lejana y plateada luna, soy el viento del amor puro, de las brillantes estrellas, que titilan ante la adoración, de un ser caído del cielo... soy la locura que nace del mar, -de los océanos embravecidos- soy la piel con los huesos, -deambulando somnolienta- buscando en la noche un rincón para ser libre.
-¡Ya no preguntes más quién soy!-
Que soy el corazón rebosante en los latires de ensueño, soy el alma plena y entregada, en vuelos inimaginables; ¡soy la vida que no quisiste y la noche que rechazaste!, soy la luna y las estrellas, ¡el mar, el viento, el fuego!, soy la mano que se posa en tu rostro, el beso escondido en tus labios, ¡la caricia perdida entre tu cuerpo!, la pasión que frenas fríamente, la entrega, la pureza... ¡soy el amor eterno!.
Soy el amor que anónimo, permanece callado, en silencio... al tú no desear que viva, ¡enloquecido, latiendo en tu pecho!.