Hoy me lloran los dedos y me llora la boca, porque ya mis ojos no pueden llorar. Hoy entrego, de mi derrota todas las notas, por miedo a que me hieran una vez más... Hoy me conecto a los recuerdos, que afloran, de la misma tragedia que causa ésta manera de amar; porque hoy soy fuego que se apaga en las sombras, y de ésto que siento, no quiero ya hablar…
Hoy me llora el silencio, hoy me lloran las horas... Porque mis ojos necios aún le quieren mirar; y siendo tan tonta, ¡por Dios, sin remedio!, y siendo tan tonta…, aún siento el alma en la boca, cuando lo veo acercar...
Hoy la ausencia se anota, y mi cuerpo se agota, fenece, y estallan de la ausencia las gotas, jactanciosas de nunca fallar; están hiriendo mis ansias, derramando mi copa, y me lloran los dedos y me llora la boca, apurando la copa, para poderla callar…
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