En la sombra estaban sus ojos
Y sus ojos estaban vacíos
Y asustados y dulces y buenos
Y fríos.
Allí estaban sus ojos y estaban
En su rostro callado y sencillo
Y su rostro tenía sus ojos
Tranquilos.
No miraban, miraban, qué solos
Y qué tiernos de espanto, qué míos,
Me dejaban su boca en los labios
Y lloraban un aire perdido
Y sin llanto y abiertos y ausentes
Y distantes, distantes y heridos
En la sombra en que estaban, estaban
Callados, vacíos.
Y una niña en sus ojos sin nadie
Se asomaba sin nada a los míos
Y callaba y miraba y callaba
Y sus ojos abiertos y limpios,
Piedra de agua, me estaban mirando
Más allá de mis ojos sin niños
Y qué solos estaban, qué tristes,
Qué limpios.
Y en la sombra en que estaban sus ojos
Y en el aire sin nadie, afligido,
Allí estaban sus ojos y estaban
Vacíos.
JAIME SABINES
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