Hay días en los que amanecemos con todas las
penas y nostalgias del mundo, extrañando tiempo
pasados, tiempos que antes fueron importantes
pero que quedaron en sólo eso: "instantes".
La vida está llena de esos pequeños momentos.
Los guardamos y atesoramos en una mágica caja
que contiene todas nuestras emociones y sentimientos vividos.
En los días tristes las sacamos y revivimos con el corazón.
En unas ocasiones nos producen melancolías, otras sin embargo
pueden darnos fuerza para el día que afrontamos.
Se comienza el día con la mirada perdida,
no sientes nada, sólo hay cabida para las emociones
que te hacen sentir triste. A lo lejos escuchas una
melodía que te trae tanto gratos como tristes recuerdos
de un ayer que ya se fue, y es que guardamos el recuerdo
en esa caja donde nos cabe todos lo que somos y lo
que fuimos alguna vez, nadie tiene acceso a esa caja,
tan sólo tú. Son tus emociones, es tu sentir, sólo te pertenece a ti.
Por unos instantes cerramos los ojos y volvemos a sentir lo que
un tiempo atrás nuestro corazón sintió y albergó.
Cosas como los olores, que muchas veces vas caminando
y sientes que te traen recuerdos dolorosos.
Con esos olores se nos escapa más de una lágrima,
provocadas por el recuerdo de un tiempo que ya se fue.
Hoy te envuelve un calor distinto, un calor de casa y hogar,
ahora están todos contigo, ya no estás sola,
y sin embargo hay un pequeño vacío en tu estómago
que te lleva a sentir necesidad de algo que has vivido,
y que te resistes a dejarlo pasar como si sólo hubiera
sido una etapa más en tu vida
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