“El huérfano”
I
¡Cuantas veces sentado en tu rivera,
¡Oh mar! como si oyera
la abrumadora voz del infinito,
ha despertado en la conciencia mía
honda melancolía,
tu tronador, tu interminable grito!
Núñez de Arce
La pesca
Hoy es domingo en la mañana, por fin ha escampado, la tierra sigue saturada, y los vientos airados. Y por fin ha salido el sol, el cielo esta despejado. Es un amanecer bello en el Caribe. Mientras me preparaba desayuno oía una película titulada “Toca por mí”, de Argentina, y su tono y forma, plasmado en un barrio del interior, llamado “Los ángeles”. Se trataba de un muchacho huérfano en busca de su madre y padre. En la cual resulta que ella había muerto durante el parto y su padre lo dio por adopción siendo este el sacerdote del pueblo.
La trama, algo así como sacada de la “Misantropía” de Moliere, con unos toques de “tragicomedia” por las situaciones que se dan en un barrio pobre. En donde todos saben la verdad menos el protagonista. A quien una Celestina de barrio, le confiesa algo de la verdad. Hasta que llega al cementerio y allí la encuentra. Una tal Rosa Ortiz. Tal parece que desde que leí “Doña Luz” de Juan Varela, en donde una mujer se enamora de un cura y le da un hijo, se sabe la verdad después que él muere. Y concurrentemente, anoche fue una monja que se enamora de un hombre que la usa, pero esta no pare ni nada por el estilo. Sino que a lo estilo Ernesto Cardenal, un sacerdote ordenado se convierte en revolucionario y es ordenado por el Vaticano a que desista de todo esto. En el caso de la monja ella mantiene el secreto hasta el día de su muerte. Pero en este caso el doctor que la atiende, fue un niño que ella había ayudado a traer al mundo, mientras su madre moría en la sala de parto. Y él sabe la historia de ella. Así que cuando ella se la cuenta, él solo le dice: “Madre superiora yo ya lo sabía y le dice quien es él. Y es así que empieza a fundirse el tono y fondo de este escrito, un algo triste.
Entonces me siento a desayunar, con unas tortas y un poco de café y mientras veo como se va desenvolviendo la película se me vinieron estos viejos pensamientos sobre mi niñez. Salí corriendo y busqué un lápiz y una hoja de papel para escribir un poema que se me vino a la mente. Me busco de la discoteca que tengo de estos viejos álbumes LP de treinta y tres revoluciones. El primero que tomo en las manos es de Inti-illimani, el cuarto tomo del 1976. Este grabado en los Estados Unidos, mientras ellos vivían en el exilio en Roma. Y al virarlo encontré una vieja foto de Víctor Jara. Uno de los mejores discípulos de Violeta Parra y uno de mis cantantes favoritos. Asesinado sin piedad por la “Junta de Pinochet. “En 1968 pasó a ser el director artístico del conjunto de música popular Quilapayún. En 1967 publicó su primer álbum musical, titulado Víctor Jara. Su segundo álbum, Pongo en tus manos abiertas (1969), coincidió con el respaldo que prestó a la candidatura de la Unidad Popular de Salvador Allende como militante de las Juventudes Comunistas. En 1970 publicó Canto libre, El derecho de vivir en paz y La población, creaciones de gran belleza y fuerza poética que lo convirtieron en uno de los máximos exponentes del resurgimiento y la innovación de la canción popular en Latinoamérica. Fuertemente comprometido con su entorno político, su compromiso acabó costándole la vida. Tras el golpe de estado del general Augusto Pinochet, acaecido el 11 de septiembre de 1973, se encerró con otros universitarios en la Universidad Técnica del Estado, en Santiago, para mostrar su repudio y voluntad de resistir; sin embargo, el ejercito tomó pronto las instalaciones y llevó prisionero a Jara al Estadio Nacional de Santiago de Chile, donde fue brutalmente torturado y asesinado el 16 de septiembre”.
Es así que el tono y fondo de este poema que le sigue fue establecido, mirando una película, oyendo un poco de milonga sureña, a base de acordeón, y el retrato de Víctor Jara. Y un pensar lejano del poema: “Gracias a la vida de Violeta. Cuando se me vino a la mente este tema del poema “el huérfano”. Tal vez eso sea por qué mis escritos sean tan estrambóticos y abarcadores. ¡No sé! Es que hay muchos que cuando caen presos no hacen nada con sus vidas. En mi caso yo leí mucho acerca de las atrocidades que nuestros gobiernos comenten en contra de sus propias sociedades. Y solo me pregunto: ¿A cambio de qué y por el bien de quién? Los ejemplos clásicos son la Argentina, Chile, Nicaragua, el Salvador, et-al. Si son muchos. Y aquí en Puerto Rico que todavía seguimos siendo una Colonia desde el 1492… Y tal parece que no tendrá fin. Pero mejor no caminar por ahí, para evitar problemas complejos. Es que los vividores no entienden nada de eso.
Hace mucho que yo me he venido sintiendo así como un huérfano. Sé de primera mano que el nombre que yo llevo y aparece en mi certificado de nacimiento es igual que el de mi supuestamente, padre. Pero yo no creo que ese sea mi verdadero padre, siempre en mí ha habido esa maldita duda. Hace un tiempo atrás hice las pases con mi madre, quien abusó mucho de todos nosotros. Tal vez sea esa la vieja forma de criar, a fuerza de: Jarabe de palos, o por su inherente forma de haber sido criada por una madre que era tan abusadora como ella. Y por ende igual que mi madre quien tuvo cuatro hijos y ella cinco. Allá metida en el fango de la pobreza en un campo de Carolina, el cual hoy día es el vertedero de ese municipio. Ya el dinosauro del campo, llamado: Bucólico ha dejado de existir cuando murió la caña.
Después de viejo tuve el coraje de preguntarle a mí madre en su lecho de muerte qué quién realmente había sido mí padre. Simplemente me contestó que el mismo de mi hermana mayor. Es que ella y yo no, nos parecemos en nada. Y él era de unos seis pies, tal vez más, delgado, pelo riso y de ojos verdes. También eso yo lo dudé. Porque yo nací rubio de pelo, blanco y eso no me cuadra.
―Por qué nunca me dijiste la verdad, ―le pregunté. A lo cual me contestó: “Porque no le había salido de las jalestas”.
Siempre he llevado esa duda en mi mente. De quién es mí real padre. Aunque conocí a todos mis tíos y padrastros, pero no mi padre, ni mis abuelos, solo la vieja Cica, como normalmente se le llamaba. Pienso que fue así que asesinaron a mi carácter desde muy niño. Como matan de la misma forma a los que protestan, igual que Franco con Lorca, y Pinochet a Víctor, et-al.
Y hoy detrás de este tono tan antipático me he desbordado una vez más, es que mí presente sufre con ¡mí pasado y cómo! Muchos se preguntan por qué yo sigo pensando en eso. Y lo les miento diciéndoles qué: “Mí pasado en mí presente no tiene futuro”. Pero cuan lejos de la verdad estoy. Tal vez sea que todavía me hace falta un abrazo, un te quiero, o sentarme en una mesa para celebrar un cumpleaños, una navidad, o un día de reyes. O ir a ver una película o al parque, jugar pelota o con algún juguete comprado por mi padre. Es muy grande el vacío. En mi caso yo lo llené con alcohol y drogas. Tuve muchos amigos en las cárceles con los que compartía una cena o lo que fuera. Y en la calle tu enemigo era mi amigo, los pillos, los adictos, los chulos, embusteros, los mujeriegos. En fin lo mejor que hago es ser un hombre de la calle. No creo que el “Lazarillo” me llegue a las rodillas. Porque fue mucho el dolor que causé a seres cercanos o amados, o eso pensé, que los amaba. Pero estaba equivocado y esa es la verdad.
No necesito la pena, ni las lágrimas porque no sé llorar. Esas cosas nunca me han estimulado a sentirme mal. Es que la vida me ha endurecido, y mis anticuerpos no saben identificar lo que es ‘dolor’. Tal vez sea eso, que es de donde emana la pasión y compasión por esos que todavía sufren por las calles destituidos. Porque es de ahí de donde yo vengo, y los sé identificar. Esto es lo que ha pasado en un domingo en la mañana, después de un bello despertar…
“El huérfano”
Con la milonga al hombro
y el acordeón en el piso
con lo que mi destino deparará
y los dedos intranquilos.
Llevo la música de mis recuerdos
tocándome el alma
―no sé si vivo o existo―.
Esperando que el tiempo
borré esta melancolía
que tritura mis huesos
y que me pudre por dentro.
Es como ver caer
la lluvia en un día soleado.
O ver una vela encendida
que juega en el viento.
Y si me fuese de aquí,
mañana sería yo recordado…
Estos tres temas
aunque no son míos
los he traducido
para hacerlos…
Ellos son de donde salen estos lemas.
Como la polilla
que va royendo el tronco por dentro,
es así que mueren los flamboyanes
llenos de hojas y flores
hasta que se les acaba la vida.
Porque dieron lo que no podían dar,
nadie los pudo ayudar
es que eran sordo, mudos,
murieron en silencio.
Así es la vida
de el huérfano…
que vive y muere
sin que nadie le diga detente…
Porque no entienden
lo que es no saber amar
ni el poder dar…
lo que nunca se le ha dado…
a un ser que llama a la calle: ‘padre’.
Ese que prefirió
vivir una vida errante,
escondiéndose de la justicia,
y de la maldad
porque fue lo que le enseñó
la vida.
4-1-2012
Playa de Fajardo, Puerto Rico