Estamos condenados a amores de camarote a regarnos de besos entre penumbras apasionadas como dos presos sin celdas estamos condenados a querernos como locos en silencio o, lo que es peor, a media voz estamos condenados a maltratarnos en la pasión a magullarnos de caricias a besarnos por un día y para siempre estamos condenados a que nuestra condena se cumpla a que nos cuelguen de la horca del amor estamos condenados y es hermosa la condena.