Tengo miedo a perderte,
es un terror que me recorre los huesos
y me ahoga muy despacio,
y me dices que me quieres
con tus besos que deshielan el frio
de mi cuerpo y mi conciencia,
y mi miedo se apacigua
como un animalito aletargado en su guarida,
y me repites que me amas
con tus ojos fijos en los míos,
que sólo yo bailo en tus sueños
como un hechicero
que invoca tu voluntad en un suspiro,
y se empequeñecen mis deseos de huida,
de desaparecer como si nada,
como si nunca hubiera existido
en tus pensamientos
y bebido de tus entrañas,
y sonrío tímidamente rebosante de entusiasmo
en este ir y venir dislocado,
hasta que vuelve a aparecer el temor
detrás de tus palabras,
y me acabo resignando al apego
de tus caricias.