“Toa-Joa”
―Hoy me dio esa sed de ponerme a ser creativo y he aquí como sucedió, es que mi ‘musa’ esa loca arremata cuando menos yo me lo espero le da con ponerse a joder… Oppps, wepaaa… ¡Ay madre mía! Excuseeeeeeemeeeeeeeee.
―La curiosidad me sacó de mi cama a salir corriendo en busca de lápiz y papel; me despertó el ánimo de parar de leer una novela, thriller de Robert Ludlum: “The tristan betrayal, llena de suspenso. Cuando llegue a la parte II, capítulo once, página ciento veintisiete nos habla de una obra teatral: “Gliere’s, The Red Popy”, en la cual la trama se trata de una bailadora que es oprimida por un capitalista vicioso y maltratante. «Y bajo esos efectos se me vino esta gran idea y hela aquí.» Con el nombre del carácter principal: “Tao-Hoa”. Y da la casualidad que si uno juega con él por un ratito se puede sacar el título que le he dado a mi próximo escrito: “Toa-Joa” el cual es una liga de “Spanglish y ghetto” el cual se utiliza para clasificar casi siempre a una mujer de color o una latina, por su ‘Chulo o Pimp’. (Algo así, no es un epíteto, ni una clasificación mía, sino una aclaración para que no lleguen a una conclusión errónea, de ‘YO’ ser un sexualista antifeminista, ¡NO! Es para que todo quede claro).
―Y para mí “Toa-Joa” significa otra cosa totalmente. Yo viví en Corea del Sur y me enamoré de una mujer de la vida, con la cual compartí unos intensos momentos demasiado agradables, en especial de la forma que ellas aman a los hombres. Nada comparado con la forma distorsionada, fétida y abusiva que he visto en Europa, en especial en Alemania, Francia y España cuando viví o pasé por ahí. Nada los compara con el Oriente del Pacífico del Sur con estos en Europa en donde pasé casi cinco años en residencia como soldado. En donde la prostitución es legal y es tratada como cualquier negocio u oficio y una de las formas de vida más antigua del mundo. La biblia esta llena de sus referencias.
―Y créanme yo lo he visto todo, lo he vivido todo, fui un buen soldado por casi siete años, y capitán de barco. Así que eso me da la: “Upper Hand”. Bueno así lo creo, y en mis tantas andanzas he aprendido muchísimo de lo que es tener sexo, un orgasmo comprado, fingido, o esos que realmente se adquieren cuando te ama una mujer que sabe lo que esta haciendo. ―No vaticino sino que he llegado a respetar a estás mujeres que viven de su cuerpo y “Toa-Joa” fue una de ellas; una flor, mugunghwa, y una de las que más amé. Aunque ese nombre no es mío, pero bajo la bandera de la “Intertextualidad” lo haré mío porque lo he acuñado para estos propósitos literarios. He aquí parte de su historia:
Oda a Toa-Joa
Un hombre puede levantar los pétalos caídos
de una flor desprendida.
Yo amé esa flor
porque ella me dio un amor desposeído
de todo valor.
Con ella aprendí
no solo amar
sino que apreciar
sus costumbres
como muy pocos hombres
lo han hecho.
Aprendí sus costumbres
ritos y formalidades,
su comida, y lengua un poco,
hasta comer con palitos
para no violentar sus tradiciones.
Y lo más sagrado:
era ir a compartir al cementerio
de una forma familiar.
Porque allá es muy diferente,
al fallecido se le brinda vida y alegría.
Con ofrendas de arroz y vino,
se come ‘kimchi’ y se bebe ‘mackli’
lo cual es un vino de arroz fermentado.
Se comen los ‘pondigi’ unos gusanos negros
tostados al carbón como el maní.
Llegué hasta los museos, los ‘pagodas’
admiré los ‘Budas’,
por igual pesqué en sus hermosos lagos
e hice el amor, bajo una solemne paz
inimaginable, durante los largos veranos,
bajo los ritos de aquellos bellos bosques.
Viajé al interior en los viejos colectivos o en tren,
y vi la vida cotidiana
como la vivían ellos,
de una forma tan simple e humilde,
que me hacia recordar
a los ‘jibaritos’
de nuestro Puerto Rico.
II
¡Oh, ella se destacaba en su forma sutil de amarme!
Jamás he sentido nada igual,
era algo así como la tradición del té.
Con ella aprendí lo que es amar a una mujer.
Para mi fue una nueva forma de amor, una aventura,
tan privilegiado, formal e exquisito.
Lo cual para ella era una cosa normal,
como lo fue una guitarra para Segovia.
III
Y hoy he pensado en esta oda
para “Toa-Joa”.
Era petit, ojos y pelo negro
algo así como: Delgadina’.
Nunca fue un objeto de sexo.
Sino una bella mujer,
digna de su respeto
y de poderse amar limpiamente.
Si yo ya sabía lo que era,
pero se convirtió en mi sueño.
Nuestro idilio así fue suscitando
entre una coreana y un puertorriqueño.
¡Cuán bello fue!
Y hoy lo pude recordar casi todo.
Recuerdo como fui aceptado en su villa
como un igual.
Así compartíamos,
no creo que me haya sido infiel,
como otras lo han hecho…
Hasta con ella quise casarme,
pero nos era prohibido,
de acuerdo con el protocolo militar.
Un día aparecieron unas órdenes
las cuales quise cambiar,
así fui transferido
una vez más hacia Alemania,
ahí casi pierdo la vida…
bajo los efectos de la droga y el alcohol;
fui expulsado de la milicia,
el resto es otra historia.
El Poeta Rascaso
Playa de Fajardo, PR.
8-14-12