LAS MARIPOSAS
Ora blancas cual copos de nieve,
ora negras, azules o rojas,
en miradas esmaltan el aire
y en los pétalos frescos retozan.
Leves saltan del cáliz abierto,
como prófugas almas de rosas
y con gracia gentil se columpian
en sus verdes hamacas de hojas.
Una chispa de luz les da vida
y una gota al caer las ahoga;
aparecen al claro del día,
y ya muertas las halla la sombra.
¿Quién conoce sus nidos ocultos?
¿En qué sitio de noche reposan?
¡Las coquetas no tienen morada!…
¡Las volubles no tienen alcoba!…
Nacen, aman, y brillan y mueren,
en el aire, al morir se transforman,
y se van sin dejarnos su huella,
cual de tenue llovizna las gotas.
Tal vez unas en flores se truecan,
y llamadas al cielo las otras,
con millones de alitas compactas
el arco iris espléndido forman.
Vagabundas, ¿en dónde está el nido?
Sulamita, ¿qué harén te aprisiona?
¿A qué amante prefieres, coqueta?
¿En qué tumbas dormís, mariposas?
¡Así vuelan y pasan y expiran
las quimeras de amor y de gloria,
esas alas brillantes del alma,
ora blancas, azules o rojas!
¿Quién conoce en qué sitio os perdisteis,
ilusiones que sois mariposas?
¡Cuán ligero voló vuestro enjambre
al caer en el alma la sombra!
Tú, la blanca, ¿por qué ya no vienes?
¿No eres fresco azahar de mi novia?
Te formé con un grumo del cirio
que de niño llevé a la parroquia;
eres casta, creyente, sencilla,
y al posarte temblando en mi boca
murmurabas, heraldo de goces,
«¡Ya está cerca tu noche de bodas!»
¡Ya no viene la blanca la buena!
¡Ya no viene tampoco la roja,
la que en sangre teñí, beso vivo,
al morder unos labios de rosa!
Ni la azul que me dijo: ¡poeta!
¡Ni la de oro, promesa de gloria!
¡Es de noche… ya no hay mariposas!
¡Ha caído la tarde en el alma!
Encended ese cirio amarillo…
¡Las que tienen las alas muy negras
ya vendrán en tumulto las otras,
y se acercan en fúnebre ronda!
¡Compañeras, la pieza está sola!
Si por mi alma os habéis enlutado,
¡Venid pronto, venid mariposas!
|