MIRAR
CON LOS OJOS
DEL CORAZÓN!
Si así lo hiciésemos, nos daríamos cuenta de las cosas
que suceden a nuestro alrededor y normalmente no vemos,
quizás nuestros rencores del pasado serían suavizados por nuestra forma de ser,
y todo lo veríamos desde otra perspectiva, con mucho más bondad,
incluso para quien tanto daño nos hizo.
Si mirásemos con los ojos del corazón
quizás aún estaríamos bien con aquella persona que dijo ser amiga
y que nos falló,
o estaríamos mejor en la relación con nuestras familias.
¡Quizás incluso estaríamos dispuestos a conceder segundas oportunidades!
Muchas veces vamos por la calle creyendo ver,
pero realmente no vemos nada,
sólo lo que está frente nosotros.
Caminamos sin percatarnos de nadie,
salvo que nos tropecemos con una persona.
No acostumbramos a mirar y observar a la gente,
salvo que sea para echar una miradita a ver qué llevan puesto.
Eso es mirar con los ojos,
porque cuando tus ojos se posan sobre el niño que mendiga o el anciano
que no puede cruzar la calle solo, y le ayudas, estás mirando con el corazón.
Si nos detuviésemos unos minutos en el diario trajín de nuestra vida,
quizás hasta seríamos más felices, los recuerdos no nos dolerían tanto y
los rencores se nos apocarían porque nuestra luz interior
sería mucho más resplandeciente que el oscuro resentimiento,
ese que debe estar lejos de nuestra vida,
que no nos hace nada bien y contamina el maravilloso
mundo que tenemos ante nuestros ojos.