¸.✶* ☆★✰ ESTO TAMBIEN PASARA¸.✶* ☆★✰
Una vez, un rey citó a todos los sabios de la corte, y les manifestó:
"Me he mandado hacer un precioso anillo con un diamante con uno de los
mejores orfebres de la zona. Quiero guardar oculto dentro...
del anillo, algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de
desesperación total. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de
desesperación o desorientación. Me gustaría que ése mensaje ayude en el
futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser
pequeño, de forma tal, que quepa debajo del diamante de mi anillo".
Todos aquellos que escucharon los deseos del Rey. eran grandes sabios,
eruditos que podrían haber escrito grandes tratados ... pero ¿pensar en
un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo del
diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en
sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada que se
ajustara a los deseos del poderoso Rey.
El rey, tenía muy
próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, había sido también
sirviente de su padre, y había cuidado de él, cuando su madre había
muerto. Era tratado como de la familia, y gozaba de un enorme respeto de
todos.
El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:
"No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.’
"Cómo lo sabes? preguntó el Rey".
‘Durante mi larga vida en el palacio, me he encontrado con todo tipo de
gente, y en una oportunidad me encontré con un místico. Era un invitado
de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó yo lo acompañé
hasta la puerta para despedirlo, y como gesto de agradecimiento, me dio
este mensaje".
En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.
- ‘Pero no lo leas. - dijo. Manténlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo
cuando no encuentres salida a una situación". Ese momento no tardó en
llegar El país fue invadido y el rey perdió el reino.
Estaba
huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo
perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un
momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa. y frente a él,
había un precipicio y un profundo valle, Caer por él, sería fatal. No
podía volver atrás porque el enemigo le cerraba el camino.
Podía escuchar el trotar de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.
Fue entonces, cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y
allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento.
Simplemente decía:" ÉSTO TAMBIÉN PASARÁ’. Fue en ése momento en que fue
consciente de que se cernía sobre él, un gran silencio. Los enemigos
que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse
equivocado de camino. Pero lo cierto, es que lo rodeó un inmenso
silencio. Ya no se sentía el trotar de los caballos. El rey, se sintió
profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Esas
palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel. volvió a guardarlo
en el anillo, reunió nuevamente sus ejércitos. y reconquistó su
reinado. Ese día en que entraba nuevamente victorioso a su ciudad, hubo
una gran celebración con música, bailes... y el rey. se sentía muy
orgulloso de sí mismo.
En ése momento, nuevamente el anciano estaba a su lado, y fue cuando le dijo:
"Apreciado rey, ha llegado el momento para que leas nuevamente el mensaje del anillo".
¿Qué quieres decir? preguntó el rey. Ahora estoy viviendo una situación
de euforia, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al
enemigo".
"Escucha dijo el anciano este mensaje no es
únicamente para situaciones desesperadas. También es para situaciones
placenteras. No es solo para cuando te sientas derrotado; también es
para cuando te sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el
último; también es para cuando eres el primero".
El rey abrió
el anillo y leyó el mensaje: "ESTO TAMBIÉN PASARÁ’, y nuevamente sintió
la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que
celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey
pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio
como lo bueno.
Entonces el anciano le dijo:
- "Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche:
Hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de
la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las
cosas".
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