LO QUE DEJÉ POR TI
Dejé por ti mis bosques, mi perdida arboleda, mis
perros desvelados, mis capitales años desterrados hasta casi el invierno
de la vida. Dejé un temblor, dejé una sacudida, un resplandor de fuegos
no apagados, dejé mi sombra en los desesperados ojos sangrantes de la
despedida. Dejé palomas tristes junto a un río, caballos sobre el sol de
las arenas, dejé de oler la mar, dejé de verte. Dejé por ti todo lo que
era mío. Dame tú, Roma, a cambio de mis penas, tanto como dejé para
tenerte. Rafael Alberti
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