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FUERZA DE LAS
LAGRIMAS Con ánimo de hablarle en confianza De su piedad entré
en el templo un día, Donde Cristo en la cruz resplandecía Con el perdón
que quien le mira alcanza. Y aunque la fe, el amor y la esperanza A la
lengua pusieron osadía, Acordéme que fue por culpa mía, Y quisiera de mí
tomar venganza. Ya me volvía sin decirle nada, Y como vi la llaga del
costado, Paróse el alma en lágrimas bañada; Hablé, lloré y entré por aquel
lado, Porque no tiene Dios puerta cerrada Al corazón contrito y
humillado. Lope de Vega
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