¿Porqué acusarnos entonces de aquello que consideramos que hemos hecho de manera equivocada.?
Justamente es allí donde está la enseñanza.
Si podemos ver nuestro error, es que hemos podido tomar en cuenta el hecho de las consecuencias que emanan de él.
Entonces, lo lógico es quitarnos el complejo de culpa y ver con alegría el aprendizaje que nos dejó.
Si lo vemos desde otro punto de vista, el no equivocarnos hubiera sido acertar con la decisión justa, en el momento preciso.
El pasado es pasado y no vuelve, no hay corrección al respecto.
Entonces vivamos el presente con la alegría correspondiente a hoy, porque sabemos que si en algún momento se nos presenta algo similar, ya no va a ser acertar a tientas ni a ciegas, sino dar con lo justo por experiencia propia.
Si sabemos recoger las enseñanzas no hay motivos de sentirnos culpables. De eso se trata la vida… es una conexión continua de enseñanzas y aprendizajes.
Entonces desterramos la palabra error y con ella el complejo de culpa y tomamos a aquello que tanto nos marcó como la enseñanza maestra oportuna.
Esto nos lleva derechito al perdón.
Perdónate a ti mismo, por haberte culpado!
No juzgar y perdonar. empiezan por no juzgarte y perdonarte.