mis bellas amigas...
Cuando llega la ruptura después de una larga relación iniciada en la juventud, se tiene la sensación de pérdida de tiempo que intentamos recuperar a base de locuras, idas y venidas. Probando de aquí y de allá para finalmente descubrir que lo que realmente importa es una misma. Entonces comienza la etapa de 'no quiero ni ver a los hombres'. Y te centras en el trabajo, y te realizas profesionalmente. Dejas pasar los años con tus aventuras y desventuras y descubres que esa vida es perfecta, hasta que... a punto de cumplir los 40 descubres a alguien que te llena y te da un vuelco a la vida. Y entonces dices, 'sí, comienzo una relación'.
Son las segunda oportunidades, que en la madurez llegan con más fuerza que nunca para hacerse un hueco en nuestras vidas. '¡Y extrañamente esta vez sí funciona!' Las amigas se quedan con la boca abierta al comprobar que van pasando los años y contrariamente a lo que habían apostado, no más allá de los dos meses, sigues siendo la misma y, lo que es más increíble, sigues estando con el mismo. Quizás no cumpla con los requisitos que siempre habíamos comentado para el hombre perfecto, pero la realidad es que con éste funciona. Salimos del mercado a los 40.
¿Amor o necesidad?
Se acabó la idea de 'a los 40, cremas antiarrugas, cuerpos acampanados, canas, descontento, apatía y crisis existencial'. Se decía también que a estas edades era cuando más separaciones se producían. Pero la realidad es que la mujer a esta edad alcanza su plenitud laboral, sexual y maternal, el caldo de cultivo perfecto para encontrar la estabilidad emocional tan ansiada en el pasado.
Muchos psicólogos afirman que el amor en esta edad, más sereno que en la juventud, viene acompañado de otros factores sobre los que se construyen pilares sólidos para que la relación perdure en el tiempo. Vamos, que el amor romántico, de pasión y locura, decae en pos de un amor mucho más sereno, muy alejado de los cuentos que nos inculcaban de pequeñas del 'príncipe azul'.
Cuando eres adolescente te fijas en el típico triunfador de instituto que no sólo te endulza la vida, sino que, además, te da cierta posición social. En la juventud te pirras por los malotes que al final, una tras otra vez, te hacen sufrir. Acabas involucrada en una relación aparentemente perfecta que acaba muriendo, no se sabe muy bien por qué. Y llegan los cuarenta y decides que te quedas con la tranquilidad que te ofrece la rana del cuento y no con las batallas del perfecto caballero andante de reluciente armadura. Sosiego, madurez e independencia, económica y emocional, es lo que suelen ofrecer las relaciones a estas edades. Como dice Pitágoras: “Elige a un hombre del que puedas decir: podría haber escogido un hombre más bello, más no un hombre mejor” (sí, hemos masculinizado la frase).
¿Cómo nos enfrentamos a un nuevo amor a los 40?
Cuando nos plantamos en esta edad sin pareja, normalmente se llega con algún fracaso que otro a la espalda, desilusionadas con los hombres, con un saber agridulce en el paladar de lo que pudo haber sido y al final no fue. Infidelidades, ofensas, discusiones sin más... son los ingredientes de cualquier ruptura.
¿Y qué surge de todo esto? Una mujer práctica, consciente de los errores cometidos en su vida y dispuesta a luchar, con o sin hombres. Pero, de repente vuelve a surgir el amor. Entonces aplicas todo lo vivido anteriormente: nada de discusiones inútiles que acaben minando la relación; tu espacio y mi espacio; tu vida, la mía y la de los dos... La individualidad frente a la pareja se convierte en la máxima. El triunfo de la independencia. Todo bajo el respeto, es decir, nada de amantes ni de engaños absurdos. Es la voz de la experiencia la que acaba por manifestarse. ¿Y si aún así no se ven claras las cosas? Cortar cuanto antes. Esto se aprende también con la madurez. Nada de alargar historias hasta la agonía simplemente por miedo a la soledad, error que se suele cometer en la primera relación. Hemos vivido la soledad y no nos ha disgustado, así que borrón, cuenta nueva y a por una tercera oportunidad, 'vuelta al banquillo'. Así hasta dar con alguien que pueda encajar en nuestra vida. ¿Y después?
¿Casarse o no casarse?
Hemos cambiado y hemos aprendido. ¿Y qué hemos aprendido? Que el matrimonio sólo es un papel firmado que te complica la vida cuando la relación se acaba.
Si al principio la mayoría de las solteras caen en las garras del matrimonio, en segundas y terceras relaciones se huye como de la peste de esta palabra. Especialmente las mujeres. Son más reacias a repetir el 'sí quiero'. Quizás porque en estas nuevas oportunidades se suelen aportar niños a la relación, quizás por mal augurio. Los hombres se vuelven a liar la manta a la cabeza una y otra vez, independientemente de sus fracasos o malas experiencias. Las diferencias entre hombres y mujeres, una vez más, se vuelven a manifestar.
¿Y el sexo?
Indudablemente a esta edad el sexo también es importante en la relación, pero también cambia. No rechazamos a alguien porque haya cierta desconexión en la cama. Si en las otras fases responde, haremos todo lo posible para lograr la sincronización sexual. ¡Merece la pena luchar!
Porque ahora lo importante no está en batir récord en tiempo y número de orgasmos. Nuestro bagaje sexual nos hace ver que lo importante es la destreza, no la resistencia. Y no tenemos ningún miedo ni perjuicio en decírselo a la pareja... 'que no vas bien por ahí'. Ni tampoco hay que dar mil y una explicación de por qué nos movemos tan bien o el por qué nos gusta disfrutar del sexo. Se supone una vida sexual anterior por ambas partes, por lo que no hay cabida para reproches ni falsos celos 'moriscos'.
Conocemos nuestro cuerpo porque nosotras mismas hemos experimentado con él. Y no hay mejor forma de descubrir lo que nos gusta o nos disgusta. La edad te permite estas licencias y más. Sin culpabilidad. Bastante hemos callado en otras relaciones por miedo a herir sentimiento. La madurez te da la potestad de decir lo que piensas sin cortapisas. Con delicadeza, eso sí, que no es cuestión de convertirse en la 'sargento O'Neill' con quien no se lo merece.....
espèro comentem ..un beso y se me cuidan