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No le echemos la culpa
¿Dónde estába Dios cuando más lo necesitamos?
Esa suele ser una pregunta que muchos se hacen, sobre todo cuando el desánimo toca a sus puertas.
El problema no es que Dios esté o no cuando más lo necesitamos; lo que pasa es que no tenemos la precaución de tomar decisiones acertadas, entre otras cosas, para que las cosas no nos salgan tan mal como pensamos.
Y es que vamos por la vida sembrando de espinas nuestro camino, sin pensar que algún día regresaremos y nos encontraremos en el mismo trayecto y enfrentándonos a los errores que hemos cometido.
Mírese al espejo y descubra en el reflejo de ese vidrio a un testigo mudo, a una especie de confidente helado de lo que usted realmente ha hecho con su vida. Tenga en cuenta que Dios no es el responsable de esa imagen que usted refleja; no le puede ‘echar la culpa’ por algo que Él no hizo.
Su destino, sus acciones y, en general, lo que le ocurre es un árbol en flor que usted balancea, no con el aire que nos regala el Altísimo, sino con el vaivén de sus propios sueños y angustias.
A Dios hay que darle su crédito de bondadoso, porque siempre es sensible al corazón y, al menos bajo su voluntad Divina, jamás permitiría que algo malo nos ocurriera. Usted solo debe tener fe para creer que las cosas se le pueden dar.
Se necesita talento para ser el apóstol de nuestras propias ideas, de tal forma que si soñamos algo, debemos trabajar duro para conseguirlo y a su debido tiempo.
La fe sin acción no existe, la fe sin amor por lo que se hace se extingue y, por supuesto, la fe sin una carta de navegación se extravía.
Es ahí, justo en el momento que perdemos la brújula, cuando nos atrevemos a cuestionar: ¿Dónde está Dios cuando más lo necesitamos?
La verdad es que lo encontrará en ese camino que usted mismo sembró y al cual regresará justo cuando comience a evaluar todo lo que ha hecho con su vida.
Tabla Creaciones:
GuVaD'Fu
2014.- | |
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