LA ULTIMA CITA
Recuerda la vez aquella :
Mi labio encendido al tuyo,
La noche apacible y bella,
En cada nube una estrella,
Y en cada flor un cucuyo.
Llena de rubor, de miedo,
Junto de mí te veía,
Y hablabas quedo, tan quedo,
Qué sólo yo saber puedo
Lo que tu alma me decía.
Quiero olvidar, pero en vano.
Ese instante soberano
De nuestra antigua pasión;
Libro que dejó tu mano
Escrito en mi corazón.
¡ Una flor y un sol de estío !
Al calor del desvarío
Abriste tu alma esa noche.
Para guardar en su broche
Todo el sentimiento mío.
¡Cómo olvidar que, rendida
Al más amargo quebranto,
Trémula, triste, afligida,
Con la faz descolorida,
Llenos los ojos de llanto;
Como el que al dolor resiste
Como el que oculta un pesar,
Alzaste el rostro me viste
Y escuché un adiós tan triste,
Que no lo puedo olvidar.
Era la revelación
De una triste decepción.
De una ausencia que sería
La sombra que apagaría
Los sueños del corazón.
¡Ah! ¡separarnos los dos,
Cuando uno del otro en pos,
Hallaba ventura y calma!...
¡Qué triste sonó en el alma
Aquella palabra : ¡Adiós!
Ver aislada una existencia
Que se había en otra fundido ;
Arrebatarle su esencia;
Darle una sombra a la ausencia;
Darle un sepulcro al olvido !
Era cual libro ignorado
Nuestro sino desgraciado.
Amar, y después... sufrir,
Ser un alma en el pasado,
Y dos en el porvenir.
Con tu adiós dejaste mudo
Al corazón que allí pudo
Oirlo, sufriendo ya;
Era el último saludo
Del que nunca volverá.
¿Qué hice al oirte?
Confieso
Que tan amargo dolor
Aun queda en alma impreso.
¡ Qué triste es juntar á un beso
Un adiós desgarrador!
Me deslumbraba tu encanto;
Al mirarnos, nuestro ser
Era un astro, un fuego santo.
Qué triste es mirarse tanto.
Para no volverse á ver
Nada huye del pensamiento :
¡Qué horrible fué aquel momento
Que nos vino á separar !
Cada frase era un lamento,
Cada suspiro un pesar,
Y vi cómo te alejabas,
Y cómo, el aire, dejabas,
Un alma donde hubo dos...
Si era verdad que me amabas,
¿Por qué me dijiste adiós ?
JUAN DE DIOS PEZA
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