EN EL CAFÉ
Y aquel amigo me contó tu historia:
negra historia de horribles liviandades,
que hoy viven azotando mi memoria
como azotan al mar las tempestades.
Me habló de tus sonrisas y miradas,
de tus abrazos mudos y tus besos,
y de todas las vivas llamaradas
de tu amor... y también de tus excesos.
¡Pobre amigo inocente, no sabía
que cuando estaba de tu amor hablando,
las puertas del infierno me entreabría;
me estaba el corazón despedazando!
-¿No la conoces tú?
– me dijo al cabo-
-¡tan hermosa! ¡tan dulce! ¡Tan ardiente!-
Y yo, que he sido de tu amor esclavo,
-No –
respondí con voz desfalleciente,
Y en tanto que llegaban, como tropa
de aves enfermas, los recuerdos gratos
de tus caricias en la noche aquella,
-¡Por ella! – dijo-
y levantó su copa-
-¡Salud... por ella! ¡Por ella!
Yo alcé mi copa y murmuré:
“!Por ella...!”
Mas, como viese en esta
vez, mi amigo bizarro,
humedecerse mis pestañas,
Fijándose en mi faz -
¿Lloras? –
me dijo-
y yo exclamé:
“¿No es que me molesta
el humo que despide tu cigarro?"
JULIO FLOREZ
COLOMBIANO