Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los pámpapanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto por sí mismo, sino permanece en la vid, tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Señor Jesús, tú eres la vid y nosotros las ramas, Que todas tus hijas permanezcan en ti y lleven mucho fruto, porque sin ti no pueden hacer nada.