El Espíritu Santo: el dador de vida Romanos 6.3-11
“Señor, la verdad es que he hecho de mi vida un desastre. Me gustaría poder empezar otra vez”. ¿Se ha sentido usted así alguna vez? Quizás se esté preguntando si vale la pena vivir. Bueno, le tengo buenas y malas noticias. En primer lugar, usted no puede cambiar su pasado; éste quedó atrás para siempre. Sin embargo, puede empezar otra vez, no importa donde se encuentre ahora. El Espíritu Santo se especializa en dar una vida nueva. Todos los que han creído en Cristo y confiado en Él para su salvación, tienen su Espíritu morando en ellos. La vida nueva comienza de inmediato para quienes deciden aceptar la oferta de perdón de Dios de sus pecados. Ya no hay más condenación; son libres para comenzar a vivir para Cristo. ¡Qué fácil sería la vida si eso fuera todo! Pero nuestras tendencias pecaminosas, lo que la Biblia llama “la carne”, no desaparecen en el momento de la salvación. A lo largo de toda nuestra vida, habrá veces cuando necesitaremos reconocer nuestros errores y hacer lo correcto. El Espíritu Santo está siempre presente, dándonos el poder para decir no a la carne y sí a Cristo. Deténgase y piense en el poder de Aquel que vive dentro de usted. Él tiene el poder del Dios todopoderoso que levantó a Jesús de los muertos (Ro 8.11). ¿Es su situación más difícil que una resurrección? Al fijar su mente en las cosas del Espíritu y vivir bajo su autoridad, usted tiene el poder para hacer morir los actos y los hábitos pecaminosos que han convertido su vida en un desastre. El Señor quiere darle libertad de todo los placeres que esclavizan y traen dolor e infelicidad. Comience hoy, dejando que el Espíritu Santo le guíe a tener una vida nueva.
Dr. Charles F. Stanley
Amado Dulce Espíritu Santo, te ruego que en este día y todos los días que Dios me permita estar en esta tierra, tomes el control total y absoluto de todos mis pensamientos, de mi mente, de mi hablar de mis acciones, que todo lo que piense, hable y haga sea con el único propósito de glorificar y exaltar el nombre de mi Señor y Salvador Jesucristo, ayúdame Espíritu Santo a dar un buen testimonio todos los días de mi vida, enseñame a guardar silencio, a aprender a escuchar y cuando hable que sean palabras que den vida y edifiquen al oyente, que muchos lleguen a los pies de la Cruz por mis hechos, que sean mis hechos que acallen mis palabras y pueda así darle gloria y honra a mi Padre celestial. en el nombre de Jesucristo. Amén y amén
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