Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que viera
cuan pobres eran las gentes del campo.
Estuvieron por espacio de un día y una noche completa en una granja de una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo:
Que te pareció el viaje?
El hijo respondió:
Muy bonito Papá ¿Viste que tan pobre puede ser la gente?
¡Si! Y… ¿que aprendiste?
Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro.
Nosotros tenemos una piscina que llega de una pared a la mitad del jardín, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin.
Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas.
El patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen
todo un horizonte de patio.
Ellos tiene tiempo para conversar y estar en familia; tú y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.
Ciertamente como una sombra es el hombre; Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.
Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti. ~Salmo 39: 6-7~
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