¿Cómo es tu Corazón?
Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado, 2 TIMOTEO 2: 4
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Cuando yo les diga a ustedes lo que deben hacer», dijo el sargento instructor «deben cumplir mis órdenes sin rechistar. No importa que ustedes piensen que lo que yo ordeno está equivocado. Ustedes deben cumplirlo. Conozco cómo son los soldados, y los conozco a ustedes aunque jamás los haya visto antes. Muchos de ustedes se han incorporado al ejército para escapar de la disciplina de su hogar. Recuerden que la disciplina que tenemos en el ejército es muchísimo más estricta que la que puede existir en un hogar. Si desean que les vaya bien en este cuerpo, aprendan los reglamentos, obsérvenlos, y entonces les irá bien».
Pues sí, la vida cristiana es "militar". Todos somos soldados de Jesucristo, a sus órdenes en la gran batalla contra «principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efe. 6: 12). Aquel sargento tenía razón. Su trabajo era preparar buenos soldados. Su consejo era prudente y sabio. El sargento hizo todo lo que pudo para inculcar en los reclutas el mismo espíritu que imperaba en su corazón: el país y sus símbolos patrios eran lo primero de lo primero, y estaba listo a luchar y hasta a rendir su vida por ellos.
Somos soldados. Somos miembros del ejército de Dios. El ejército de Dios también tiene leyes y reglamentos. ¿Conoces los reglamentos? ¿Cuándo fue la última vez que revisaste las catorce normas de Ía iglesia que se encuentran en el capítulo 13 del Manual de la iglesia? (pp. 221-235). Y, ¿qué puedes decir en cuanto a la ley de Dios, que es la norma general? ¿Meditas en ella «de día y de noche»? Eso dice la Biblia que hacen los varones y las mujeres «que no andan en consejos de malos» (Sal. 1:1-3). ¿Eres disciplinado, o menosprecias las normas de la iglesia, diciendo que no eres legalista y que ahora vives la «libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Rom. 8: 21)?
Reflexionemos hoy. ¿Hay normas y reglamentos en la iglesia del Señor? Y si los hay, ¿vivimos de acuerdo a esas normas? El ejército de Dios también tiene sus leyes y reglamentos, pero ninguno de ellos es obedecido por la fuerza. Ciertamente, Dios espera que nosotros obedezcamos sus mandamientos, pero que lo hagamos siempre por propia decisión.
¿No es esto maravilloso? Dios jamás nos fuerza a servirlo. Sabe que cuando su amor llena nuestros corazones, nuestra voluntad muere para que se