Fortaleza a través de la debilidad
2 Corintios 12.7-11
Nuestra cultura valoriza la independencia y la capacidad personal, pero ve a la debilidad
como un defecto. Sin embargo, el concepto bíblico es exactamente lo contrario:
la Biblia enseña que cuando reconocemos nuestra falta de fuerzas,
nos volvemos más agudamente conscientes de nuestra necesidad de Dios.
Como sabemos, todos tenemos puntos débiles, y el apóstol Pablo no era una excepción.
En el pasaje de hoy leemos que él estaba consciente del “aguijón” que lo afligía siempre.
La Biblia no nos dice si se trataba de un problema físico, de una lucha contra la tentación o de alguna
otra debilidad. Lo que sí sabemos es que Pablo oró fervientemente para que le fuera quitado.
Pero el Señor decidió dejar que se mantuviera esa molestia. Increíblemente, el apóstol
respondió con gozo en cuando a la dificultad que había rogado al Señor que le quitara (v. 10).
Entendió que el Señor había convertido un problema en una revelación gloriosa:
la deficiencia de Pablo se convirtió en el medio que Dios utilizó para mostrar su admirable poder.
El aguijón tenía un propósito: era una “inmunización” para protegerlo del orgullo.
El Espíritu Santo había impactado tanto al mundo por medio de Pablo,
que éste podría fácilmente exaltarse a sí mismo. Pero la falta de humildad habría tenido
un efecto negativo en su ministerio. ¿Preferiríamos que nos fuera quitado nuestro “aguijón”?
Humanamente hablando, ¡claro que sí! Pero podemos tener la confianza de que,
no importa nuestras circunstancias, nuestro amoroso Padre celestial está creando
algo maravilloso en nuestras vidas.
Nuestra respuesta a la dificultad y a la debilidad debe ser:
“Señor, ¿qué estás tratando de enseñarme en esta situación?”
Dr. Charles F. Stanely
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Cuando nos toque cruzar un desierto, una prueba que consideremos muy difícil de pasar
la mejor manera de cruzar el desierto y pasar la prueba es "la alabanza", porque Dios
tiene cuidado de nosotros y Él sabe porqué permite que estemos pasando por esas
circunstancias, sometete a Dios con un corazón humilde alabandole por sus grandezas,
porque Él vive y reina y jamas deja desamparado a un hijo obediente y fiel. Sal de la
prueba con una lección aprendida, ser un barro moldeable y deja al Alfarero formar
la vasija a su parecer para que pueda colocar la Rosa de Sarón y el Lirio de los Valles.
Dios te bendiga,