Un corazón valiente Poderosa en espíritu
El grito de victoria de Débora
Los que te aman sean como el sol cuando sale en todo su esplendor "La canción de Débora" Jueces 5:31 (NVI)
Debío de haber sido una escena extraña, pero impresionante: el de una mujer dirigiendo a Israel al campo de batalla junto con el aún indeciso Barac, y con diez mil guerreros gritando detrás de ellos. "Adelante! gritó ella. "Éste es el día en que el Señor entregará a Sísara en tus manos. ¿Acaso no marcha el Señor al frente de tu ejército? (Jueces 4:14 NVI). Su grito de guerra llenó a los hombres de valentía y dieron la batalla intrépidamente porque Jehová estaba peleando por ellos.
Durante veinte años, su pueblo había sido oprimido cruelmente por Sísara, el poderoso comandante del ejército de los cananeos. La lamentable norma de desobediencia de Israel seguida por un período de opresión, se cumplía una y otra vez a en esos tristes y violentos tiempos que siguieron a la muerte de Josué. Aunque las tribus eran incapaces de dar la batalla sin el liderazgo de Dios, el pueblo seguía haciendo lo que mejor le parecía. Sabían quién era Jehová,pero pocos lo conocían de verdad; cuanto más se centraban en ellos mismos, más se olvidaban de Él y de lo que había hecho por Israel en el pasado. Por dejar que quienes los rodeaban definieran lo que ellos eran, y también lo que supuestamente era Dios, pasaba el tiempo en frivolidades. Los guerreros engordaron y se volvieron unos negligentes, sin ningún ánimo para el combate (Jueces 5:7 EL MENSAJE).
Entonces el Señor levantó a un nuevo líder para hacer volver al pueblo a Él, de modo que el Señor puediera salvarlos una vez más: Débora, una profetiza de la tribu de Efraín fue quien oyó a Dios y respondió Su llamado. Lo que la distinguió de otros líderes fue su increíble intimidad con Dios; fue la única jueza que también fue profeta, la mensajera del Señor a quien Él había hablado directamente. La Biblia la describe como una madre para su pueblo: "Yo Débora me levanté, me levanté como madre en Israel (5.7). Su sabiduría, su confianza en el Señor, y su incansable valentía revelan el verdadero corazón de una madre.
En lo más profundo de nuestro ser, todos queremos ser grandiosos, como Débora, o Josué, o el rey David. Nuestro Creador nos hizo a Su imagen, para que reflejemos Su Gloria desde nuestro interior. Las personas verdaderamente grandiosas tienen las siguientes cosas en común: se levantan en medio de la dificultad, y hacen la decisión consciente de romper con la mediocridad. Aceptan el llamado de Dios de ser "esforzadas y valientes", una exhortación constante a lo largo de toda la Biblia. Sin embargo, a veces confundimos la valentía con el orgullo, creyendo que no tomar ninguna acción es lo mismo que ser humilde. Pero la verdadera valentía no tiene nada que ver con la autopreservación o la ambición egoísta; ella "requiere humildad.
Dr. Charles F.Stanley
En Su amor y mi amor,
Perla
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