¿A quién servirás?
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.
(Marcos 8.34)
Jesús vuelve para buscar una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga (Efesios 5.27).
Una de las mejores maneras para alcanzar la gloria es a través de la obediencia extrema y pronta.
La obediencia y el egoísmo son fuerzas opuestas. Si vamos a ser gloriosos,
tenemos que ser obedientes.
Para esto, tenemos que estar dispuestos a decir no al yo cada día.
Tenemos que aprender a decir: "i Sí, Señor, sí! y a decirlo pronto.
Debemos aprender a seguir la dirección del Espíritu Santo.
Él vive en nosotros y está constantemente guiándonos.
Con sutileza nos deja saber cuando estamos siguiendo en la dirección correcta
o en la equivocada. La obediencia al Señor requiere que seamos sensibles a sus caminos,
que viene de escudriñar las Escrituras.
No debemos solo leer la Palabra, sino también ponerla en práctica (Santiago 1.22).
Toma una decisión hoy,
subir a un nivel más alto de obediencia.
Las recompensas bien valen la pena.
Escoge hoy a quién servirás, a la carne o al Espíritu.
Ora así:
"Padre, escojo ser obediente en cada área de mi vida.
Seguiré tu plan y no el mío. En nombre de Jesús,¡amén
Joyce Meyer
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