Usted quizás habrá oído decir que los creyentes están “en el mundo,
pero no son del mundo”. ¿Se ha preguntado cuál es la diferencia
que hay entre estas dos opciones?
Los cristianos tienen que intervenir en los asuntos de su cultura
(Jn 17.11-16), lo cual el comercio, la política, las leyes, la religión, el arte,
la educación y la ciencia; los creyentes tienen casas, van a la iglesia,
ganan y gastan dinero, fabrican objetos, etc. Pero, no importa
lo gratificante que sea participar en todo esto, los hijos de Dios tienen
que apreciar al Padre celestial por encima de todas las cosas
terrenales (Mt 6.33).
Sin embargo, esto no significa que las actividades cotidianas carecen
de propósito espiritual. La interacción con los no creyentes es la
manera básica que tenemos para ser modelos del evangelio, y
predicarlo. Si nos apartamos de la sociedad, ¿cómo sabrían los perdidos
quién es Jesús? Por eso, aunque relacionarnos con los no creyentes es
muy lógico, debemos estar conscientes de lo que dirige al sistema del
mundo.
El diablo pervirtió el orden perfecto de Dios, con el propósito
e apartar la atención al Señor. Dios quiere que tengamos paz y
contentamiento por nuestra obediencia a Él, pero Satanás nos engaña
con una aparente satisfacción de los deseos egoístas.
Ningún placer que ofrece el mundo es permanente ni verdaderamente
provechoso. Un día, éste será destruido y sustituido por un reino
dedicado a Dios (2 P 3.13). Hasta que Cristo establezca un nuevo cielo
y una nueva tierra, los creyentes deberán intervenir en los asuntos de
este mundo.
Por tanto, asegúrese de tener un corazón inclinado a Dios.
Dr. Charle F.Stanley
Sobre todo cosa gurdada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida. Pr 4:23
Valora y protege tu mente, emociones y voluntad.
Cómo se hubiese beneficiado Salomón si hubiera seguido su
propio consejo. (Véase Marcos 7:21-23)
En Su amor y mi amor
Perla