(Nahum 1:3)
Amada ovejita que
te encuentras desconsolada, con el alma herida, abandonada,
menospreciada,
empobrecida,
enferma y
trasquilada. A tí que has esperado por años un amor que te
comprenda,
te apoye y que
valore tu trabajo.
A tí, te escribo
en este día. Pero no te escribiré algo por escribir, no, lo que
te diré es algo
que viene
directamente
del corazón de
Dios para tu vida, toma las cosas con calma, siéntate, vamos a
tratar
tu caso
detenidamente,
ve por un vaso
con agua, refréscate un poco, respira profundamente,
cierra los ojos
por un momento,
y como un
niño, deposítate en las manos de tu padre.
Ahora que estás
relajado (a), quiero decirte que Dios ve mas allá de lo que tu
cuerpo deja ver,
definitivamente
estás muy débil, tus ojos se ven tristes y hasta algunas manchas
te han brotado en
el rostro, debido a que no te has alimentado bien,
solamente Dios
sabe que has estado viviendo a “pan y agua”, y tu cuerpo a pesar
de verse robusto,
está
totalmente debilitado,
sin defensas y
sin nutrientes, te fatigas con facilidad y como algo muy
extraño,
ya casi no lloras
como antes,
y es como que
todo tu ser está anestesiado ante el profundo dolor que sobre tí
ha caído.
En silencio
observas la tormenta caer, con toda su potencia, sin que tú
puedas hacer nada,
la escuchas
tronar con todo su poder,
mientras tú
permaneces en la celda de la vida, limitado a los días sin
explicación,
y a los
momentos angustiosos
que se acumulan
con todo tipo de dificultades, enfermedades y pobreza.
En la mesa del
comedor yace la Biblia, la cual observas a menudo, la lees
y nuevamente la
dejas abierta,
así como está tu
alma, para recibir la bendición de Dios; doblas las rodillas
oras,
pero a los
cinco minutos sientes que nadie escucha,
te levantas
y nada a tu favor sucede, únicamente la tormenta continúa
golpeándote
a diestra y
siniestra, sientes que
todos los
caminos están bloqueados y no observas ninguna señal por donde
exista
una puerta que te
ayude.
Ahora, respira
profundamente, una vez más, viene la otra parte de esta charla
contigo,
mi amada
ovejita, ahora viene
la otra
cara de la moneda, ahora viene una nueva página para escribir en
tu vida,
ahora vamos a
hablar de la gran oportunidad que el Dios del cielo, tiene para
ti.
La Biblia dice
que “..El Señor camina sobre la tormenta, y las nubes son el
polvo de sus pies”.
Eso significa que
Dios, ha estado caminando hacia tí, y que toda la
tormenta,
con sus
truenos y vientos huracanados, no han sido otra cosa,
que el
camino que Dios ha utilizado para llegar hasta el mismo lugar en
el que tú
te encuentras
ahora.
Todas las
dificultades, hambre, tristeza y pobreza, se terminarán y
vendrán a tu vida,
los días de
cosechar.
Todo será
cambiado, sin que tú hagas nada, verás diversas circunstancias
moverse a tu favor,
así como nacen
las flores, deja que Dios te guíe, confía en El plenamente y
maravillosamente
podrás ver,
en el pasillo de la vida, la puerta que Dios ha preparado para
tí, con todo
tipo de
provisiones.
Dios vino hacia
ti, sobre la tormenta, el escuchó cada una de tus oraciones,
ahora vendrá la
bendición a ti,
conocerás
el gran poder de Dios, quien sostiene el universo entero,
alimenta a las aves,
a los peces y a
las plantas;
quien
dirige la ruta de los cometas y también la de cada célula; quien
sabe en donde cae la lluvia
y también tus
lágrimas; quien sabe el momento adecuado para que alumbre
el sol y quien
sabe el momento adecuado para que tú, mi amada ovejita,
recibas la
bendición, con todo lo que necesitas.
Ahora, sonría un
poco, ordene su habitación, tome la Biblia en sus manos,
ciérrela por un
momento,
déle un beso y
diga: “ te amo Dios mío, gracias por amarme tanto, gracias por
la bendición,
y gracias
porque en esta espera, me has sostenido y no has permitido que
el enemigo me destruya,
gracias
Dios mío, por ese río de bendición que viene en camino
hacia mi
caudal, que espera con fe, ser lleno por el gran amor de Dios”