¡SOY UNA PRINCESA!
Todas las niñas quieren ser princesas en algún momento de su vida, así como todos los niños quieren ser bomberos. Una princesa tiene sirvientes y se pone las ropas más bellas, sin embargo esto beneficios no son los que nos seducen, lo que más nos atrae es la idea de ser considerados muy especiales debido a la herencia que se puede obtener en la realeza.
En algún momento de nuestra vida nos damos cuenta de que nunca llegaremos a ser princesas o príncipes ya que la mayoría de nosotros no pertenecemos a la familia real de algún país.
En 1 Co. 9:25 encontramos "Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible".
¿Una corona? Las únicas personas que reciben coronas son las que compiten en algo y ganan y las que son de la realeza. Pero si leemos con detenimiento encontramos que en realidad cada una de nosotros somos una princesa, recordemos cuantos versículos nos hablan de que somos hijos de un rey; y esto es una gran verdad.
Dios nos muestra que somos especiales, que formamos parte de una familia real. Cuando nos sintamos desilusionadas con nosotros mismos, o con nuestras circunstancias, recordemos que somos de la realeza, porque somos seguidores de Cristo, formamos parte de la familia más maravillosa del mundo.
Así que la próxima vez que sientas desaliento o tristeza por tu vida y lo que te gustaría que fuera, recuerda: eres el Hijo o la Hija del Rey; nuestro Padre Celestial y dale gracias a Dios porque Él te escogió para que formaras parte de su famila. Para Dios somos de gran valor.
Como nos guía Dios en nuestra vida