Lamentablemente, muchas personas dicen: “Eso puede ser cierto, pero no para mí”. La verdad auténtica no es relativa. Tampoco es algo sólo para cierto momento. En otras palabras, si algo es verdad, entonces siempre es verdad. Por tanto, los firmes preceptos que Dios le ha comunicado a usted, debe compartirlos con los demás.
En la Biblia vemos una y otra vez esta admonición. En Mateo 28.18-20, el Señor nos da lo que se conoce como la Gran Comisión. Ésta es una tarea para todos los que creemos: debemos salir y anunciar la verdad acerca de Jesucristo, enseñando a otros lo que nos ha sido enseñado.
Asimismo, en 2 Timoteo 2.2, Pablo le dice a Timoteo que no sólo diga a otros lo que ha aprendido, sino que también inste a esas personas a compartirlo con las demás.
En 2 Corintios 5.20, Pablo afirma que, como creyentes, somos “embajadores de Cristo”. Es decir, somos sus enviados al mundo. Debemos tomar lo que sabemos y darlo a conocer a quienes encontremos. ¿Con qué propósito? El pasaje dice claramente que nuestra misión es ayudar a otros a reconciliarse con Dios.
¿Cómo podemos dudar de la importancia de este mensaje? ¡Tenemos una verdad que contar, y debemos compartirla!
Aparte tiempo esta semana para escribir la historia de su peregrinación de fe, incluyendo todos los detalles clave. Medite en este testimonio, y se sentirá cómodo y confiado compartiéndolo, con poca o ninguna desconfianza. Pídale al Señor que le presente las oportunidades para compartir su fe.
Esto no debe inquietarle; simplemente, cuente su historia, y déjele a Dios los resultados.
Dr. Charles F. Stanley