Darle nombre a un niño era un acontecimiento significativo para una
familia hebrea. Ésta se esmeraba en el proceso de elegir un nombre;
a veces escogía uno que tenía un significado especial para uno de los padres.
Por ejemplo, Lea escogió el de “Judá” para su cuarto hijo, diciendo: “Esta vez
alabaré a Jehová” (Gn 29.35). A veces, un rasgo advertido en la personalidad
del bebé decidía su nombre. Génesis 25.26 muestra que éste fue el caso de
Jacob (“el que suplanta”). Para otros, el nombre dado en el momento de nacer
simboliza lo que la persona es.
En el mundo antiguo, esto era deliberado. Aun hoy las personas asocian de
modo subconsciente los rasgos del carácter y las experiencias, con los nombres.
Todos esperamos que cuando los demás escuchen nuestro nombre, piensen en
algo bueno antes que una cosa que los asuste!
María y José tuvieron una experiencia muy diferente a la de los otros padres
judíos. En vez de ser ellos quienes eligieron el nombre, un ángel les dijo
cómo debía llamarse el niño (Mt 1.21). El Padre celestial seleccionó el nombre
terrenal de su Hijo para representar su propósito al venir al mundo. Vendrá el
día cuando la simple mención del nombre “Jesús” hará que toda rodilla se doble,
y toda lengua confiese que Él es el Señor (Fil 2.10, 11).
La forma hebrea de “Jesús” significa “salvación” o “Él salva”. Cristo es llamado
de muchas maneras: Señor, Emanuel, Maestro, Sumo Sacerdote, etc. Pero el
nombre que le fue dado cuenta su historia. Vino para salvar al mundo del pecado.
¡No es de extrañarse que Dios le diera un nombre que es sobre todo nombre!
Dr. Charles F. Stanley
Dios siempre premia la obediencia
La obediencia de Jesús ante la muerte fue recompensada
exaltándolo a una posición de honor y gloria.
La exaltación d eCristo es absoluta; su señorío es universal.
Exaltar y honrar a nuestro Señor Jesucristo es nuestra fuente de
poder en la aplicación de la fe. El Padre honra primero al
Hijo, luegoa quienes confiesan a Su Hijo (véase Jn 1`2.26)
En su amor,
Perla
Ministerio Mujeres en Victoria