Por nada estéis afanosos (Filipenses 4:6)
No son pocos los crisitanos que viven en un continuo estado de inquietud y otros en un estado de indignación y angustia. el vivir en paz perfecta en medio del tumulto de la vida, diariamente, es un secreto que vale la pena conocer. ¿Para qué sirve el atormentarse? Esto jamás fortaleció a nadie, ni ayudó a ninguno para hacer la voluntad de Dios; nunca abrió ningún camino para que alguien saliese de su perplejidad. El atormentarse arruina muchas vidas que de otra forma podrían ser muy útiles y bellas. La inquietuds, el afán y la preocupación, están en absoluto prohibidos por nuestro Señor, quien dijo: "No os congojéis", es decir no os inquietéis, "diciendo" ¿qué comeremos, o qué beberemos, o con que seremos vestidos?" Él no quiere decir que no debemos premeditar en estas cosas, ni debe tener planes o métodos en nuestras vidas, sino que no debemos atormentarnos por dichas cosas. La gente sabe que vives en un estado de inquietud, por las líneas en tu rostro, el tono de tu voz y la falta de alegría en tu espíritu. Escala las alturas de una vida entregada a Dios, y entonces, mirarás abajo, por las nubes que se encuentran debajo de tus pies. Rev. Darlow
Siempres es una debilidad, el indignarse y atormentarse, el dudar y la desconfianza. ¿Podemos ganar algo con ello? ¿No nos inhabilitamos para accionar y desquiciamos nuestras mentes para tomar sabias decisiones? Nos sumergimos luchando, cuando podríamos estar flotando por medio de la fe. Oh, reposa por medio de Su gracia! Oh, cuánto vale el permanecer callado y conocer que Jehová es Dios! El santo de Israel, defenderá y librará a kis Suyos. Podemos estar seguros que todo aquello que es Su voluntad permanece, aunque desaparezca las montañas. el merece el ser confiado. Ven, alma mía, vuelve a tu reposo, y recuesta tu cabeza sobre el seno del Señor Jesús. Charles M. Cowman
¿Por qué te abates, oh alma mía. Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía, y Dios mío. Salmo 42.5 El espíritu de la fe le habla ahora al "alma" abatida, haciendo que su mirada se desvíe de las circunstancias y se dirija hacia el rostro de Dios. Confía en Dios y Él hará
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