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De: Perla (Mensaje original) |
Enviado: 09/11/2009 12:36 |
Los consentidos de Dios Pastor Rodolfo Mendoza
El Señor nos ama porque todos somos Sus hijos pero no todos lo honramos igual. Demuéstrale que es lo más importante en tu vida para ser Su consentido.
Cuando ofrendas, escuchas voces que tienen relación con el hecho de ser los preferidos de Dios. Al hablar de esas voces podemos dar el ejemplo de la viuda que recibió el mandato de Dios de sustentar al profeta Elías pero al escuchar la voz de la necesidad dudó en obedecer. Cada vez que Dios da una orden se origina una batalla interna con las voces que intenta dar razones para motivar la desobediencia. Al ofrendar probablemente escuchas en tu interior: “no ofrendes porque necesitas el dinero”.
Si Dios te dice que honres a tus padres, una voz puede decir que no lo hagas porque “esos viejos no te entienden”. Tal vez quieres expresarles amor pero hay algo que te lo impide y terminas cediendo ante la tentación.
Pastoreo jóvenes adultos de veinte años en adelante y les aconsejo según su situación particular. Algunos ya están listos para casarse y les digo que lo hagan porque si ya encontraron a su pareja ideal no deben dejarla escapar. Pero muchas veces una voz interna les dice que no se comprometan porque perderán su libertad y adquirirán responsabilidades, incluyendo una suegra. Hay otros que tienen años de casados y terminan obedeciendo la voz del tedio que les dice “no seas cariñoso con tu esposa porque no lo merece” y pierden la oportunidad de reanudar el romance diciéndole a su mujer que es la más bella y que la aman más que nunca.
Obra bien siempre que tengas la oportunidad, no te quedes con las buenas intenciones, vence las voces que te impiden servir a alguien o hacer buenas obras porque dice la Biblia que poder hacer lo bueno y no lo hacerlo es contado por pecado. Haz todo el bien que sabes hacer, expresa lo bueno que tienes dentro.
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De: Perla |
Enviado: 09/11/2009 12:38 |
Los consentidos de Dios Pastor Rodolfo Mendoza
Ofrenda digna de ser recordada
Hebreos 11:4 dice: Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
Abel entregó un sacrificio tan bueno que Dios lo recordó eternamente. Imagina qué memorable fue lo que ofrendó. Asegúrate de que la tuya también lo sea. Recuerda que los regalos que nunca se olvidan son aquellos valiosos que han costado mucho esfuerzo y se dan hasta con lágrimas en los ojos. Un regalo puede darse bien o puede darse con excelencia. Da siempre lo mejor de ti, especialmente a Dios.
Abel era pastor de ovejas y le llevó al Señor lo mejor que tenía, por el contrario, Caín que era agricultor no se esforzó en ofrendar con lo mejor de su cosecha. Dios amaba a los dos pero se agradó más de Abel porque vio su deseo de honrarlo. Es como un padre de familia que ama a sus hijos, sin embargo no todos le expresan el mismo respeto y cariño. Sucede incluso con los nietos, no todos son tan especiales con los abuelos y al momento de recibir, seguro son privilegiados aquellos que más han demostrado su cariño. No hay diferencia en el amor del Señor sino en el trato que recibe de Sus hijos.
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De: Perla |
Enviado: 09/11/2009 12:39 |
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Enviado: 09/11/2009 04:38 |
Los consentidos de Dios Pastor Rodolfo Mendoza
Amor celoso
Génesis 4:5-7 de la Biblia al Día advierte: El Señor aceptó la ofrenda de Abel pero no la de Caín. Esto hizo que Caín se sintiera abatido y se enojara al punto de que su rostro reflejaba la intensidad de su furia. ¿Por qué te has enojado? Le dijo el Señor, y ¿por qué tienes esa cara? Resplandecerá de gozo si haces lo correcto; pero si te niegas a obedecer, ¡cuidado! El pecado está listo para caer sobre ti y destruirte. Pero ¡tú lo puedes vencer!
Caín se enojó y Dios lo confrontó. La Palabra dice que se veía la furia en su rostro, en Guatemala le diríamos que puso cara de champurrada. El Señor quiere que tu rostro resplandezca y brille de alegría por tu buena conducta. No seas como Caín que permitió al pecado anidar en su corazón e incluso mató a su propio hermano.
Todos somos consentidos de Dios y quiere que le expresemos nuestro amor sin compararnos con otros. Conozco hermanos que rivalizan de la misma forma que Caín y Abel. Incluso en la oficina puede suceder entre colegas. Cuando sientes envidia y hay furia en tu corazón, tienes dos opciones: o dejas que el sentimiento de enojo te frustre y amargue o asumes una actitud que provoque un cambio positivo en tu conducta. En la oficina, los celos pueden hacer que llames “culebra” a un compañero que es amable con el jefe y asume responsabilidades o pueden hacer que procures ser más eficiente. En la universidad, puedes llamar “nerdo” a un buen estudiante o unirte a su grupo de estudio y mejorar tus notas.
Caín sintió celo de su hermano. Muchos de nosotros somos celosos y Dios también lo es. Sentir celo no es lo mismo que ser inseguro o desconfiado. Yo siento celo por el amor de mi esposa pero confío en ella y no soy posesivo. No le reviso su celular o le pregunto constantemente dónde está. Jesús tenía celo porque la casa de Dios no fuera un mercado sino un lugar de oración.
El Señor tiene celo de ti, quiere ser el primero en tu vida y no quiere que adores a otros dioses, pero no es posesivo o inseguro. Los celos provienen de nuestra naturaleza y no son buenos ni malos en sí mismos. Todo depende de lo que provoquen. Siempre tendrás dos caminos, criticar o tratar de mejorar para lograr ser de los preferidos.
En el matrimonio también sucede cuando la esposa llega a la oficina de su esposo y se encuentra con que tiene una secretaria veinte años más joven, atenta y bien arreglada. Entonces la esposa tiene dos caminos: o trata mejor a su esposo para que se siente bien atendido en casa o le pide que despida a su secretaria.
Lo mismo sucede con la tristeza que puede provocar diversas reacciones. A muchos los ha llevado al arrepentimiento y a pedir perdón, mientras que a otros los lleva a la depresión. Pedro lloró, recibió perdón y las llaves del Reino, mientras que Judas se ahorcó. La soledad también puede ser buena o mala según la forma de afrontarla. Si la aprovechas para buscar al Señor es maravillosa, pero si te hace sentir menospreciado es terrible. Todo es relativo. El matrimonio por ejemplo puede ser una bendición o un martirio. Mi esposa es una corona en mi cabeza mientras para otros, la esposa es como una gotera en la cara. El asunto de la suegra también tiene sus diferentes perspectivas, para mí, ella es una segunda madre, me atiende y nos llevamos muy bien, pero otros ven a su suegra como una bruja que los llega a visitar en su escoba. Tu actitud hace la diferencia.
No te enojes, no cierres tu corazón, si Dios te da la oportunidad de arrepentirte hazlo y cambia tu actitud. He visto familias pelearse por una herencia cuando ni en la Biblia dice que los hermanos deben recibir lo mismo. Todos somos herederos pero no recibimos por igual. Cuando sientas que te dan menos, pregúntate que hace tu hermano para recibir más que tú.
Cierta vez que visitamos a la abuelita de mi esposa, vimos que ella dio un regalo a todos los nietos, pero cada quien recibió en diferente medida. Aquél que la honraba, le expresaba cariño y la consentía fue más favorecido que el resto. Yo tuve que aprender esta lección en mi casa porque me sentía relegado. Sin embargo, hice a un lado mi enojo, pedí perdón y prometí ser el mejor hijo con mis padres. Ahora todos me dice que soy el favorito de la familia. Siempre podemos reflexionar, cambiar y dar lo mejor de nosotros.
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De: Perla |
Enviado: 09/11/2009 12:41 |
Los consentidos de Dios Pastor Rodolfo Mendoza
Dios debe ser tu consentido
Lucas 7:36-50 relata: Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; más aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.
Tanto el fariseo como la prostituta eran amados por El Señor pero ella demostró su devoción a pesar de ser rechazada. Ambos eran deudores y pecadores, quizá ella más que él y estaba consciente de su situación, mientras el fariseo se dedicó a criticarla. Para conseguir la gracia de Dios debes confesar tus pecados, no hablar de las faltas de otros.
Todos buscamos a Dios, pero no de la misma forma. Algunos se esfuerzan más, hacen un viaje de muchas horas para asistir a la iglesia los domingos, mientras otros que tal vez viven más cerca, llegan tarde. Unos dan todo lo que tienen cuando otros, con más posibilidades, dan lo que les sobra y no necesitan. Me conmueve ver la fervorosa adoración de muchos pero me entristece la indiferencia de otros.
El conocimiento del fariseo lo hacía sentir orgulloso pero no tenía la humildad de servir al Señor como se lo merecía. Fue el colmo que lo tuviera como invitado en su casa y le faltara el respeto al no atenderlo. Si volvemos al ejemplo del matrimonio, no es posible que cualquiera de los cónyuges busque fuera del hogar la atención que no recibe en casa. Ama a tu pareja como se merece y evita que encuentre fuera el cariño que necesita. Para ser un preferido debes demostrar tu amor sin condiciones.
Si el Señor viniera y como a Pedro, te preguntara si lo amas más que otros, ojalá puedas responderle que sí porque estás consciente que le debes todo lo que eres y tienes. Esa era la actitud que diferencia a la mujer del fariseo. Yo sé que le debo todo a Dios por eso no me importa si alguien critica mi diezmo. Si la ley me dice que debo dar el 10% de mi cosecha, el amor que siento por Él me mueve a dar el doble. Si la ley me pide dedicarle un día, yo le doy la semana entera. Siempre le digo que no necesito el amor de nadie más, si tengo el Suyo. El mundo entero podría odiarme pero con Su amor soy el hombre más feliz de la tierra y eso es suficiente para darle lo mejor.
Dios espera y merece lo mejor de ti. Dile que lo amas más que a nadie y que le agradeces que haya dado a Su hijo para demostrarte que eres Su preferido. Recíbelo en tu corazón, pídele que perdone tus pecados y te de una nueva vida.
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