Un escudo más poderoso que el oro
La fe, sabiduría y confianza en el Señor son más importantes que el oro y la plata. Entrégale tu vida para que Él sea refugio y seguridad en medio de las tribulaciones.
Hay cosas más valiosas que el dinero. El apóstol Pedro nos dice que la fe es una de ellas y realmente es más poderosa que todo cuanto puedas tener en este mundo. No hay problema sin solución cuando creemos y confiamos en el Señor. Perder nuestro negocio, casa o trabajo nos hace sentir inseguros, por el contrario, el dinero nos da seguridad porque pensamos que tendremos la capacidad de afrontar cualquier situación. Si tu esposo te dice que lo despidieron, sabrás que tu familia se enfrentará a una seria dificultad, más aún sin ahorros, pero toda incertidumbre se disipa con la fe en Dios. No es bueno casarse por interés pero sí hay que tener la sabiduría de escoger como pareja de vida a alguien responsable y trabajador con quien podamos construir una familia estable.
Buscar al Señor en medio de una dificultad no es malo, al contrario, Él anhela ayudarte y ser tu seguridad en medio de la crisis. Pero no lo busques solamente por eso porque el mensaje que le envías es “necesito que me bendigas solamente cuando estoy mal”. Asegúrate de buscarle siempre para que el mensaje sea “bendíceme en todo momento”. No debe haber problema o prosperidad que te aparten de Su lado.
Escudos poderosos
Eclesiastés 7:12 dice: Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.
Eclesiastés 7:12-14 (Biblia al día) dice: Todo se puede obtener con sabiduría o con dinero, pero en ser sabio hay muchas ventajas. Observa los métodos de Dios, y ponte en armonía con ellos. No vayas en contra de la naturaleza. Disfruta de la prosperidad siempre que puedas, y cuando lleguen los malos tiempos, reconoce que la una y los otros proceden de Dios, para que todos se den cuenta de que no hay nada seguro en esta vida.
Es cierto que debemos estudiar y tener dinero para defendernos en la vida. La Biblia no lo niega pero también dice que más vale ser sabio que rico e inteligente. Conozco un abogado brillante que tiene varias maestrías y negocios prósperos pero también tiene cuatro matrimonios frustrados. Poseer conocimiento no te hace el mejor padre, esposo o administrador. Sólo Dios puede darte esa sabiduría que va más allá de cualquier inteligencia humana. Si eres sabio y tienes fe recuperarás cualquier cosa.
También es cierto que nuestros fracasos pueden convertirse en aprendizaje para alcanzar sabiduría. Si perdiste a tu familia por edificar una empresa que al final también fracasó, preocúpate por recuperar primero a tus seres queridos y aprende a valorar lo realmente importante. Es más sabio dedicar tiempo a tu familia y salud que a un negocio. Aprende a establecer prioridades y a disfrutar de lo que Dios te da, de lo contrario alguien más lo hará. Recuerda que al morir nada nos llevamos. Cuando estábamos recién casados, Sonia y yo ahorrábamos para comprar nuestra primera casa. Nos sacrificábamos tanto que incluso cada fin de semana comprábamos un menú de pollo para los dos. Entonces mi suegro, sabiamente me dijo: “te felicito porque eres un hombre responsable que provee a mi hija, pero te encargo que también disfrutes con ella de lo que puedan. Si te limitas tanto, puede que la lleves a la playa cuando ya no se puedan poner un traje de baño”. Encuentra el balance entre la sana prosperidad y la avaricia. Recuerda que no hay nada seguro en la vida más que el Señor y lo que tienes hoy puede perderse mañana.
La verdadera esperanza
En 1ra. a Timoteo 6:17-19 leemos: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.
La riqueza luce mejor en los humildes y la pobreza luce mal en los orgullosos. No pongas tu esperanza en la prosperidad incierta. Dios es el único que nos da en abundancia para que disfrutemos. Hay personas que compran cosas y no las usan. Tienen un carro nítido en el garage, una bonita parrilla con la que nunca cocinan para su familia y ropa nueva en el clóset. Un amigo guardaba muy bien sus joyas en casa y nunca las usaba por temor a que se las robaran. Entonces, le dije que incluso donde las tenía podían llevárselas. Cierto día me contó que se puso un anillo y cuando volvió a casa se encontró con que los ladrones se habían entrado y robado muchas cosas incluyendo sus joyas. El anillo que usaba fue lo único que le quedó.
No pongas tus esperanzas en las cosas materiales; no eres mejor persona por tener una casa grande o un buen carro, mucho menos si lo que posees te roba la paz. Enfócate, lo único que te hace una mejor persona es vivir en comunión con Dios y compartir lo que tienes. A través del apóstol Pablo, Dios dice que nos provee para que disfrutemos y seamos generosos, pero no para atesorar y depositar nuestras esperanzas en el mundo y sus banalidades.
Roca y fortaleza
Salmo 144:1-2 nos comparte: Bendito sea Jehová, mi roca, Quien adiestra mis manos para la batalla, Y mis dedos para la guerra; Misericordia mía y mi castillo, Fortaleza mía y mi libertador, Escudo mío, en quien he confiado; El que sujeta a mi pueblo debajo de mí.
Dale gloria a Dios por Su promesa de ser tu escudo. La ciencia y el dinero son “un” escudo, pero Dios es “tu” escudo. Pon atención y nota la diferencia, no es lo mismo protegerse con cualquier escudo que con Dios que es el escudo por excelencia. Él es tu defensor personal. Puede faltarte el dinero y la plata, pero tu escudo siempre estará contigo, así que no temas. No es lo mismo tener un líder que tener el líder correcto, así como es preferible tener a “tu padre” que a “un padre” que no está comprometido contigo ni puede apoyarte en las dificultades. Créele y será “tu escudo”, entonces podrás decir que no has visto justo desamparado ni a su simiente que mendigue pan, porque Dios es refugio en tiempos de angustia.
Misericordia y sabiduría para el justo
En Proverbios 2:6-7 encontramos: Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente.
Para que Dios sea tu apoyo debes buscarle y ser una persona digna. No puedes servir al mundo y al mismo tiempo clamarle por misericordia. Cuando te sientas inseguro de la situación que te rodea, confía en Él pero antes asegúrate de hacerlo con un corazón limpio y renovado.
1ra. de Pedro 1: 17-19 recuerda: Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
Dios envió a Su hijo a derramar Su sangre para rescatarnos. Nos compró con algo que no se corrompe y es más valioso que el oro y la plata. Así que no pretendas lograr la salvación haciendo obras con dinero. Si ofrendas para tranquilizar tu conciencia, te equivocas. Fuiste salvo para caminar en buenas obras pero no hay obra que pueda darte la salvación que sólo la sangre de Jesús otorga. En cualquier situación, es la misericordia del Señor lo que te ayuda, no hay nada material que sustituya Su gracia y poder. Si caminas en Su presencia no temas porque la sangre de Cristo continúa protegiéndote. Busca la estabilidad y seguridad que sólo Dios provee.
A veces dudamos porque la vida es difícil y debemos satisfacer muchas necesidades, especialmente si hay personas que dependen de nosotros, pero no olvides que Dios es nuestro escudo y fortaleza. Si tienes fe, sabiduría y confías en Su promesa de salvación, podrás recuperar todo lo que hayas perdido. Tu Padre es bueno y aunque andes en valles de sombra te protegerá para que reposes con tranquilidad.
Entrégale tu corazón y pídele que perdone tus pecados. Pon tu esperanza en Él y agradécele la capacidad de considerarte una nueva persona en Su nombre. Él nunca te abandonará porque es tu escudo y estabilidad en medio de cualquier tormenta.