Deshágase del falso sentimiento de culpa
Los padres de hijos pródigos muchas veces se tambalean bajo la carga de un sentimiento de culpa devastador. Recibí una carta de una madre, que decía:
Mi esposo y yo fuimos criados en familias cristianas, y tratamos de hacer lo mismo con nuestros hijos. Funcionó con dos de ellos, pero Pedro parecía rebelarse contra esto. Un día se metió en problemas con la policía, y estábamos tan avergonzados que decimos mudarnos, porque nos preocupaba lo que iba a decir la gente de la iglesia. Pedro se marchó de la casa en 1992, y no lo hemos visto desde entonces. Tengo la esperanza, y oro que se pondrá en contacto con nosotros; si lo hace, no le preguntaremos dónde estuvo, ni qué hizo. Simplemente, lo recibiremos con los brazos abiertos.
Cuando oímos a la gente de la iglesia ufanarse de cómo todos sus hijos están "caminando con el Señor", nos preguntamos qué hicimos nosotros mal. No importa que nuestros hijos tengan seis o sesenta años, nos sentimos responsables de ellos, llevando encima un sentimiento de culpa injustificado. Es importante comprender que nuestros hijos toman sus propias decisiones en la vida. Adán y Eva tuvieron al único Padre perfecto, y comenzaron sus vidas en el único ambiente perfecto que había, pero escogieron un camino que Dios no quiso que tomaran. Gran parte de la Biblia muestra a Dios adolorido por su hijos, y diciendo: "¿Por qué le estás dando la espalda a todo lo que te enseñé?"
Ninguno de nosotros puede hacer "piadosos" a sus hijos. Hay padres más piadosos que la mayoría, pero tienen un hijo o una hija que le dieron la espalda a lo que ellos más apreciaban. Con esto no estoy insinuando que algunos de nosotros somos padres perfectos, pero sí estamos llamados a tener una vida piadosa y a predicar con el ejemplo.
Es cierto que Proverbios 22:6 dice: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". Pero eso no es una garantía, sino un principio. Al hacerlo, usted les dará a sus hijos un maravilloso fundamento para sus vidas, pero serán ellos los que decidan.
Con frecuencia, queremos que nuestros hijos obren con acierto, porque queremos pensar bien de nosotros mismos. Un líder de la iglesia me dijo una vez:
—Mi muchacho está pasando por un momento difícil ahora mismo, y al comienzo mi primera preocupación fue: ¿Qué va a pensar la congregación? Pero sólo tengo fuerzas para hacer frente al verdadero problema, por lo que he decidido que tengo que liberarme de lo que otros piensen. La mayor necesidad es el bienestar de mi hijo, no mi reputación.
por Rob Parsons
~~Continuará~~
En Su amor,