El poder del Espíritu Santo Gálatas 5.22-26
El Espíritu Santo es vital para la vida cristiana. Lea lo que dice el pasaje de hoy sobre el fruto del Espíritu, y hágase esta pregunta: ¿Puedo ser una buena persona por mí mismo? Necesitamos la ayuda de Dios para vivir como él espera. Es por eso que le da a cada creyente un Ayudador, cuya tarea es producir un carácter como el de Cristo.
El Padre celestial sabe que sus hijos necesitan ayuda para cumplir con sus mandatos. Aun los más fieles seguidores de Jesucristo fueron, por sí mismos, incapaces de obedecer; por ejemplo, Pedro, quien prometió ser fiel hasta la muerte, hasta negó conocer a Cristo (Mt 26.69-75).
Poco antes de regresar al cielo, Jesús ordenó a sus discípulos que suspendieran su trabajo misionero hasta que viniera el Espíritu Santo (Lc 24.49). Sólo con la ayuda del Espíritu podría Pedro, el cobarde, convertirse en Pedro, la roca, y predicar un sermón que convenció de pecado a muchas personas (Hch 2).
El Espíritu Santo mora en la vida del cristiano desde el momento de la salvación, y comienza de inmediato a dar fruto. Esta es la expresión externa de un corazón transformado. Cuando nos rendimos a la mano sustentadora de Dios, nuestras acciones y actitudes se vuelven más amorosas, más entusiastas, más cordiales. El Señor recoge de nuestra vida una cosecha de servicio y de buenas obras que aumentan nuestra fe y extienden su reino.
Dejar que el Espíritu Santo produzca un carácter como el de Cristo requiere trabajo. Nos corresponde meditar en la Biblia para discernir cuál es la conducta correcta, y así tomar decisiones sabias cada día que le permitan al Espíritu Santo producir santidad en nuestra vida.
Dr. Charles F. Stanley
Gálatas 5:22-26
22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.
Sólo el Espíritu Santo puyede producirlas, y no los propios esfuerzos Cuando el Espíritu Santo controla totalmente la vida del creyente, produce este resultado, Estos son principios que guían la conducta cristiana. Los frutos del Espíritu Santo han de crecer en todos los aspectos de nuestra vida, en la misma medida que sus dones se manifiesten a través de nosotros. Anehla la presencia del Espíritu Santo diariamente y deja que Él te guíe en todo momento. Dios sea propicio a Ti,
|